VIKINGOS

ROSKILDE

MUSEO DE BARCOS VIKINGOS DE ROSKILDE 1985

Roskilde era la capital de Dinamarca en el siglo IX . Como era asediada por los vikingos, los barcos fueron hundidos en el fiordo Skuldelev a modo de defensa, evitando el ingreso de naves enemigas. Comenzaron la excavación en 1962 con un haciendo un dique seco en su entorno. Resultaron ser cinco tipos diferentes de embarcaciones: la llevaban a los vikingos a tierras lejanas en sus expediciones, para transportar mercancías o para la guerra.

El Museo de Barcos Vikingos fue construido en 1969. La idea era poder exponer los restos, dar una idea de cómo sería completas las embarcaciones y, por medio de dioramas, videos y láminas explicar la vida de aquel entonces. Mostrar cómo se hicieron los trabajos arqueológicos y la navegación. También en 1984 se realizó la primera reconstrucción de uno de estos barcos con herramientas y materiales usados en el siglo IX. Se trató de uno de los primeros trabajos de arqueología experimental. Luego se  hizo un barco guerrero y otro de carga con capacidad para transportar animales vivos (caballo, vacas y ovejas) y establecerse en las nuevas colonias. Estos barcos de carga deben haber sido iguales a los que llegaron a Islandia, Irlanda, islas Feroe, etc. Es muy interesante poder navegarlos, cosa que se puede hacer según los programas que dispone el Museo.

Las embarcaciones nórdicas son una evolución de los barcos vikingos y también se pueden navegar.

Como el objetivo seguía enfocado el de enseñar y practicar con los barcos vikingos, el Museo amplió el área con una isla y un puerto en 1997. Con esta nueva área el público puede ver como se construyen barcos vikingos y nórdicos en general. Desde la selección de la madera, a la confección de sogas y velas de lana. En las fotos de esta nota, cuando hice de voluntario un verano, todavía no estaba esta área, y los trabajos se hacían al costado del edificio del Museo.

NAVEGACION Y ASTILLERO – ROSKILDE 2000

Esta ciudad tiene el nombre del fiordo donde fueron hallados algunos restos de barcos vikingos en 1957 por el Museo Nacional de Dinamarca. Encontraron una barrera defensiva que impedía el ingreso de barcos enemigos. Es decir, fueron hundidos a propósito barcos de distintas esloras y usos para la defensa del lugar. En aquella oportunidad se encontraron cinco barcos. Esto era algo usual en la defensa de importantes ciudades hacia fines del siglo XI. Para mi volver a este Museo donde en 1985 hice mis primeras armas en arqueología naval, era algo muy especial. Encontré quienes habían sido mis instructores convertidos en Directores, Profesores o Investigadores. En aquella oportunidad escribí una nota en esta misma revista (Revista “Barcos”), sobre los rápidos barcos vikingos y mi gran actuación en los trabajos de reconstrucción y posterior navegación donde me toco la liviana tarea de cambiar el lastre interno (piedras) a barlovento en cada virada. Ahora todo había crecido. A la vieja sala de exhibición y su muelle con la reconstrucción de un barco a tamaño natural, le habían agregado nuevos edificios de investigación, una dársena con una veintena de barcos (desde grandes barcos de guerra, a pesados mercantes y barcos para diferentes usos y capacidad de carga), y en especial talleres donde se trabajaba el tejido de los cabos, la preparación de la madera y cobertizos donde se continúa construyendo nuevos barcos. En todo esto participa la gente del Museo, un gran equipo de voluntarios y chicos de las escuelas que toman esta materia como actividad práctica. Es un verdadero Museo vivo.

Para recuperar las técnicas de construcción fueron a distintas partes del mundo donde invitaron a viajar a Roskilde desde Paulino Esteban, constructor de las balsas de totora del lago Titicaca, a expertos constructores de las grandes canoas maoríes. La experiencia de tejedores de mimbre y primitivos carpinteros les permitió recuperar la forma para trabajar los materiales localmente y, basándose en lo hallado, volver a construir sus barcos pero con el agregado que esto se iba transmitiendo a las nuevas generaciones haciéndoles participar no solo de aburridas clases teóricas, sino en construir los barcos que van a navegar. De lectores espectadores a actores de la realidad.

Como el Museo fue creciendo, decidieron hacer nuevas instalaciones en un terreno a pocos metros del anterior. Allí comenzaron a cavar el puerto nuevo y sucedió lo más temido. Aparecieron otros nueve barcos que comenzaron inmediatamente a ser estudiados, pero con la idea de no retirarlos del lugar, salvo que fuesen muy especiales. Sucede que el costo de estabilizar la madera es altísimo y si no aporta gran cosa es mejor dejarlo preservado en el lugar que se encontró.

Pero si hay algo evidente, es que este fue un puerto muy importante en el pasado. Hoy solo se ven los ferris y reconstrucciones de veleros del siglo XI. Las guerras han quedado en el pasado.

A navegar

Entre charlas y conferencias nos dejaron de repente sorprendidos cuando, después del mediodía, pidieron voluntarios que supieran algo de vela para participar en una regata. Inmediatamente nos distribuimos en cinco grupos. Los muy mayores, 70/80, fueron invitados a navegar en un ketch de 1894 con vela cangreja que iba a hacer de oficial de día y sacar fotos. Sí, no los mandaron a descansar en una reposera, muy por el contrario, a subir a un velero.

La cancha estaba compuesta por tres marcas fijas, la primera de ellas, o línea de largada, era a 100 metros de la desembocadura del canal-puerto. Las restantes estaban compuestas por una vara clavada en el fondo que indicaba un naufragio, y la tercera era la boya de un muerto usado por un ferry del lugar.

Después de unas palabras sobre seguridad y colocarnos los salvavidas (el que lo deseaba tenía a su disposición saco de agua) nuestro skipper (patrón) nos llevó hacia el barco en cuestión.

Se trataba de un veloz drakar para 16 guerreros – remeros, un timonel y un tripulante – que ayuda con la vela cuadrada. Los demás barcos eran dos muy parecidos al nuestro, y uno grande de 30 guerreros/remeros. Las prácticas fueron realmente divertidas, dado que remar coordinadamente no es nada sencillo.

Cada tripulante debía sentarse en su lugar y ordenadamente tomaba el remo que le correspondía. La numeración comenzaba desde popa hacia proa. Cecilia, bien en proa, era el remo 6 de babor. En la banda de estribor pasaba lo mismo, pero además de los remeros-tripulantes estaba nuestra skipper (Agnes) que timoneaba. Por ese motivo pasamos un poco de lastre hacia babor, es decir, unas piedras a la otra banda, y eran unas cuantas, dado que nuestra timonel vikinga era bien morruda, con un gran parecido a Helga, la esposa de Olaf, el famoso vikingo de las historietas.

El primer intento de remar coordinadamente fue un verdadero desastre. Sucede que este tipo de tracción necesita una gran sincronización sin poderse adelantar ni retrasar un cuarto de segundo, ya que enseguida se traban, por lo menos, tres remos. Hubo momentos en que conseguimos hasta cuatro remos cruzados. A eso hay que destrabarlos y luego tratar de recomenzar a remar sincronizadamente con el resto.

El segundo gran problema era que debíamos guardar ordenadamente los remos, dado que nuestra skipper nos decía cuando debíamos volver a tomarlos, por estricto orden, y recomenzar a remar. Al principio me pregunté para qué tanto lio si esto va a volver a ocurrir al final de la regata, pero no fue así.

Sucede que los timoneles deciden cuando van a vela, cuando se vira y cuando se rema. En pocas palabras, la regata estaba alternada por tracción en la vela cuadra y a remo en las calmas o en alguna virada, dado que el timón es otro problema. Este no es como el que conocemos de nuestros barcos, sino que se trata de una espadilla adosada a la banda de estribor y unida al casco por cabos. Intenté timonear, pero es como hacerlo en una canoa, solo que el barco es de 14 metros. Realmente todo fue muy divertido. El lio que se armaba con 16 remeros que trataban de entender las ordenes de remar o dejar de hacerlo, sea para adelante o para atrás para ayudar a virar, mientras que cada uno trataba de explicarle a su vecino cuál era la maniobra que se intentaba hacer en su idioma nativo, mientras que el tripulante, ayudado por la skipper y algún remero, pasaban de cuadra la banda y como de costumbre, al no conocer totalmente la maniobra, en realidad entorpecíamos haciéndola más difícil.

Por suerte reinó muy buen tiempo: mucho sol y poco viento. De esta forma, si bien teníamos que remas más seguido, nuestra experta timonel supo aprovechar las más leves brisas y sacándole la máxima velocidad al barco.

Era realmente muy extraño ver como el barco se deslizaba a unos buenos 3 o 4 nudos con brisas que no superaban los 10 nudos. Sucede que son muy planos y calan muy poco.

El regreso a puerto fue a pura vela y no debimos remar ni para amarrar, dado que llegamos con la estropada. El único más rezagado fue el barco grande, que con sus 30 remeros prácticamente no anduvo a vela.

Si bien no podemos decir que fue una gran regata, nos sirvió a todos para pasarla bien y, además, fue una verdadera lección de cómo eran los barcos vikingos. Como es costumbre, ya después de dejar los salvavidas, pasamos a un tercer tiempo en la sala de exposición donde nos esperaba un regio lunch con vino blanco y cerveza. Nuevamente pudimos saborear las siete clases de arenque que aparentemente componen todas sus comidas, por lo menos durante la semana que estuvimos nosotros.

El comentario general fue sobre lo importante de la experiencia y que hermoso sería poder aplicarla en cada Museo. Mientras reflexionábamos sobre el tema mirando los restos arqueológicos del barco que habíamos tripulado, se nos acercó el Director del Museo del Pier 16 de New York y nos invitó a navegar en el reacondicionado clíper comprado en Malvinas y que pasó por Buenos Aires hace 30 años para arreglar su casco en el Riachuelo (La Boca).

Sobre el ICMM: International Congres of Maritime Museums. Copenhague 2000

En septiembre del 2000 se realizó en Copenhague, Dinamarca, la reunión del International Congres of Maritime Museums. Era la primera vez que participábamos de un encuentro de esta naturaleza y para ellos era la primera vez que aparecía un Museo Maritimo de Latinoamérica. En realidad los latinos éramos muy pocos; estaba el representante del Museo Naval de Portugal, el del Museo Maritimo de Seixal (también portugués), el del Barcelona, uno nuevo de Bilbao, el de Malta y por último el de Paris, pero que era más bien del Mar del Norte.

El resto, unas 70 personas,  todos de tradición marítima del norte, es decir Mar del Norte, Báltico y Atlántico Norte. Sin lugar a dudas son pueblos con gran tradición marítima, como ya sabemos, y que sin proponérselo nos lo demostraron constantemente durante el congreso.

Antes de entrar en el tema de los barcos vikingos, vale la pena destacar algunas cosas que realmente me dejaron perplejo. El Director del Museo Naval de Estocolmo comentó como armaron una muestra itinerante sobre temas marítimos y en especial sobre las tradiciones de pesca. Es así que, para cumplir con el lema que el Museo se acerque a la gente, compraron un buque de carga que acondicionaron como Museo y recorrieron todos los puertos de los países escandinavos logrando más de 200.000 visitantes en dos veranos. Para la próxima temporada cambiaban el tema a arqueología naval. Algo así nosotros ni lo podríamos soñar. Por supuesto había directores de museos que contaban no solo como trabajaban en el Museo, sino como lo hacían con la comunidad completa de un sector del puerto de Barcelona con casas de pescadores y todo. En Lisboa rescataron un astillero del siglo pasado y además la forma de construir las “fragatas” y el arte de navegarlas. En Bilbao, gracias al éxito del Museo Guggenheim que convirtió a una ciudad industrial en turística, se apronta el flamante Museo Maritimo rescatando un viejo astillero.

Nosotros contábamos que debíamos hacer milagros para sobrevivir y como en base a los escasos recursos por entradas y donaciones, nos arreglábamos para mejorar el edificio del ex Presidio de Ushuaia, que estaba totalmente abandonado y donde montamos un Museo. Así y todo estaban muy contentos con la presencia de Tierra del Fuego, dado que todos estos museos del “Norte” (en realidad todo queda al norte visto desde Ushuaia) teníamos algo de los mares australes y, en especial, con el Cabo de Hornos.

MUSEO DE BARCOS VIKINGOS DE ROSKILDE 2019

En estas fotos de la visita en el año 2019, vemos como se agrandó el Museo de barcos vikingos de Roskilde, en especial la arqueología experimental y la relación con estudiosos, científicos y alumnos. Vemos como se construye y las diferentes etapas de planchas cosidas, con clavos remachados y mixtos. También continuaron con la evolución de la construcción y vemos cantidad de embarcaciones menores nórdicas del último milenio, como también barcos con timón a popa. Este fue un invento de la región (siglo XIV-  barco de Kalmar) que luego se propagó por todo el Mediterráneo. Lo adoptaron las carabelas y cambió la historia de la navegación al poder gobernar bien un barco y poder ir y regresar. También ayudó a realizar observaciones astronómicas, magnetismo y la “Vela Latina”.  Aportes de dos tradiciones náuticas: Mar del Norte y Mediterráneo. Lugar de Conjunción: “Lisboa y Enrique el Navegante”, en líneas generales.

Construcción de un barco vikingo

Las naves eran construidas en astilleros que estaban bajo la dirección de algún artesano conocido. Bajo sus órdenes trabajaban muchos hombres con diferentes especialidades.

Entre ellos estaban los leñadores, los que desbastaban los troncos y hacían tablas, los que acarreaban la madera y hasta los que hacían los clavos.

El artesano jefe era el que elegía la madera en los bosques reales. En aquel entonces, los bosques eran materia prima estratégica. Generalmente bien vigilados, se elegían aquellos arboles de los cuales podían obtenerse la mayor cantidad de piezas con forma natural. Los árboles que ya habían alcanzado el tamaño necesario eran cortados y la madera guardada en agua hasta que era utilizada.

El material más apreciado lo constituía el roble, pero a medida que éste empezaba a escasear se reservaba su aplicación a la quilla, roda, codarte, carlinga (donde apoya el mástil) y cuadernos (costillaje). También era utilizada la madera de pino, fresno, frángula y abedul. Aparentemente la mejor época para cortar árboles era el invierno, ya que se les facilitaba el transporte.

Entre las herramientas utilizadas están el hacha, azuela para desbastar, gubia, taladro y cepillo. No fueron encontradas marcas de serruchos, así es que se supone no los conocían.

De los troncos de roble obtenían 32 tablas. Primero las cortaban al medio, luego en 1/4 y después en 1/8 y así sucesivamente para obtener las tablas. Con los troncos de pino obtenían dos tablas de la parte central.

La construcción comenzaba dándole forma a la quilla. Esta fue cambiando con el tiempo, al principio era rectangular para después pasar a tener una forma de T. Una vez terminados de tallar, la roda y el codarte, eran colocados en su sitio. Se continuaba con el resto del casco, siendo primero ubicado el forro y después los refuerzos interiores, como las cuadernas y varengas.

A las tracas (tablas del casco) se las presentaba en su posición, se desgastaban los bordes que quedaban superpuestos y, ya al fijarlas con clavos de hierro, se las calafateaba. Se trataba de hacer una construcción fuerte y lo más liviana posible.

Las varengas y cuadernas podían ser clavadas o fijadas con ligaduras en su posición. Cuando se buscaba que la construcción tuviese torsión, se las ataba. Es una costumbre que viene de la antigüedad. Entre las naves que se hallaron están las de Gokstad y Oseberg, con lijaduras y las de Skudelev con clavos.

Usaban clavos de hierro o de madera. Los primeros eran más finos y los empleaban para el casco. Cuando clavaban la cubierta o las partes interiores lo hacían con los de madera.

El sellado de las tracas lo hacían con alquitrán de la resina de los pinos o con aceite de foca.

Una vez salido del astillero, las reparaciones corrían a cuanta del dueño y sus hombres durante la época invernal. Por los restos encontrados, se sabe que eran calafateados periódicamente. Se reemplazaban las maderas rotas o podridas, se cambiaban los clavos por más largos o de mayor grosor, se taponaban los orificios de flechas, etc.

Los señores tribales frecuentemente llamaban a los directores de los astilleros para modificar alguna nave. No era raro que se prolonguen los barcos cortándolos al medio y agregando más eslora, técnica que actualmente se la conoce como “cirugía de buques”.

Entre el material provisto por los astillero estaban las cornamusas, fondeos, motores y achicadores.

Clasificar los tipos de barcos empleados es un poco difícil. Los más mencionados son los drakkars, eran grandes barcos de guerra que en la proa llevaban un dragón. Este era desmontable, ya que cuando volvían de sus ataques lo sacaban para no asustar a su gente.

El sneker, con cabeza de serpiente en la roda, más chicos que los anteriores. Knor, barco de carga propulsado a vela.

Se podría sintetizar diciendo que para cada uso, el propietario encargaba el barco necesario. Esto es así porque en ningún momento podemos suponer que el barco para una travesía atlántica como la que realizo Eric “el Rojo”, pudiera ser similar al que usaban los Rus cuando, bogando por el Volga, comerciaban en el Mar Caspio. Luego cargaban los camellos para realizar una travesía por el desierto con las pieles de foca capturadas cerca del Círculo Polar Ártico.

Ese mismo comerciante, volviendo a su tierra, podía hacerse pirata. Este tipo de viajes eran posibles con una nave como la de Gokstad, con remeros y liviana, y no con una como los Knor, lenta, solo a vela y pesada para carga.

Los Knor tenían dos pequeñas cubiertas en proa y popa. El tamaño de este lugar era de 1 metro de altura, 4 metros de largo y el ancho del barco. Se supone que esos lugares se aprovechaban para dormir, para no hacerlo debajo de las lonas con los animales.

Costumbres vikingas

Los barcos no tenían cocina, comían fríos los alimentos que llevaban. Acarreaban hidromiel y cerveza. Cuando tenían hambre embarrancaban en un fiordo y luego saciaban su hambre capturando algún animal. Esta acción era fácil y rápida porque las pasturas estaban al pie de la colina, al lado del fiordo. Para poder rechazar estos ataques se debía estar preparado con buenos barcos y hombres valientes para hacerles frente.

Entonces, simples agricultores se convirtieron en “señores de armas” y, si querían tener a sus vecinos bajo sus órdenes, encargaban barcos más grandes. El Rey debía hacer lo mismo, para que estos señores no le perturben el reinado.

A medida que tenían mejores barcos, la tentación de atacar a otros creció.

Para mantener a sus hombres, estos vikingos debían ser muy ricos o dedicarse a la piratería. Según las sagas, Erling Skialgsson, hermano del rey que gobernó Noruega en el año 995, tenía siempre a su alrededor 90 hombres (sea invierno o verano), llegando a tener casi 300 cuando existían riesgos. Al mar nunca se largaban en barcos menores de 20 pares de remos.

Estos eran hombres libres. Los esclavos eran utilizados para tareas rurales, ya que tenía miedo que se sublevaran en los barcos o se escaparan durante una batalla.

La tripulación compartía con el señor la comida y la bebida, en el mar o en tierra firme. Siempre fueron muy orgullosos de su condición de hombres libres y como tales eran tratados por su propio jefe. Compartían la misma mesa y los botines. El mayor castigo recalaba sobre aquel que fuera considerado cobarde. Los guerreros más valientes se sentaban cerca del Señor, cosa que los distinguía.

Esa posición era muy apreciada en invierno cuando el jefe se sentaba cerca del fuego. Los más alejados eran aquellos que, por algún motivo, caían en desgracia.

Los castigos eran poco frecuentes, aunque muy brutales. El culpado de cobardía podía ser castigado con la muerte o, peor aún, expulsado como un contemplativo.

El mayor entretenimiento de la tripulación era hacer bromas pesadas.

Uno de los juegos predilectos a bordo era correr sobre los remos cuando se navegaba a vela. Perdía el que caía al gua por supuesto. Su juego más apasionado, incluso organizaban campeonatos, era la pulseada. La lucha cuerpo a cuerpo era tomada como entretenimiento.

En tierra, el jefe se encargaba de cobrar los impuestos a los agricultores. Estos le pagaban con ganado, bienes o monedas la protección que se les brindaba. No era todo tan tranquilo, ya que los granjeros muchas veces se sublevaban si les cobraban demasiado, aniquilando a sus protectores.

Sería muy largo de explicar la forma de hacer la guerra que tenían, pero sintetizando, podríamos decir que, además de su bravura y aspecto, se basaba en el ataque por sorpresa como su mejor arma: el barco vikingo. Ni los galos o los árabes de España pudieron hacerles frente a los repentinos ataques desde el mar. En más de una ocasión daban el golpe sin que los atacantes se dieran cuenta de la situación.

La táctica empleada por los vikingos era asentarse en un campo, en lo posible en una isla o en la desembocadura de algún rio. Con los barcos continuaban rio arriba llevando hombres y caballos. Hacían invasiones tierra adentro para volver a los ríos. Cuando la profundidad no era suficiente, arrastraban sus barcos por tierra o tocando el fondo. Así es como se asentaron en las islas de Sheppey y Thanet en Inglaterra, y las del rio Sena en Francia. La gente local se desesperaba tanto que les ofrecían dinero para que no los molesten. De esta forma cobraban protección y, como siempre pretendían más, las visitas a los poblados se hacían más frecuentes, hasta el punto de tener que contratar otros vikingos para liberarse de los primeros. En su tierra, los reyes debían continuar fortaleciéndose para poder mantener bajo sus órdenes a estos “Señores de armas” cuando regresaban a sus casas. Los reyes también organizaron salidas de saque con varios “Señores”, juntando centenares de barcos. Fueron los más grandes, como el que recuerda la historia en el año 1010 en el London Bridge.

El pueblo vikingo

El término “vikingo” fue aplicado durante la Edad Media a todo escandinavo. Daba lo mismo si éste era agricultor, comerciante, poeta, explorador, guerrero o pirata. Cuando ese término era pronunciado, hasta no hace mucho, se pensaba generalmente en un bárbaro, nórdico, pagano y vago. Una especie de anticristo personificado, capaz de cometer cualquier atrocidad en una Europa civilizada.

Esta mala prensa, difundida por los sensacionalistas autores de las órdenes eclesiásticas, eran víctimas ocasionales de las incursiones y pillaje vikingos, en una Europa donde la piratería y las invasiones eran sucesos banales. En honor a la verdad, demostraron en este punto ser superiores a la mayoría de los otros pueblos.

Pero, ¿Qué significa el vocablo “vikingo”? Según el Nork antiguo, Vik significa “bahía” o “ensenada”. De allí se podría decir que vikingo era alguien que se ocultaba en alguna escondida bahía. El termino anglosajón “wic”, a su vez tomado del latín “vicus”, significa “campo fortificado” o “puesto de compra-venta”. Por lo tanto, podría ser invasor o mercader, o ambas cosas a la vez. Otros autores sostienen que vikingo es “pirata” en Nork.

Lo que sí podemos decir, es que no todo escandinavo era un guerrero profesional o vikingo, y no todo vikingo o mejor dicho nórdico, era un pirata.

Se suponen diferentes razones por las cuales los escandinavos debieron emigrar hacia otras tierras. Algunos suponen que en el siglo VII los yacimientos de hierro que explotaban les permitió avanzar en agricultura  y, por ende, disminuyó la tasa de mortalidad. Hay pruebas que tierras no labradas antes, lo fueron en forma exhaustiva para proveer alimentos a una población en crecimiento.

Aparentemente esto motivó la búsqueda de nuevas tierras. También con este material nuevo pudieron poseer eficaces armas, y el excedente del material se convirtió en una buena mercadería de alta cotización para comerciar con sus vecinos.

Pronto fueron los dueños absolutos del Bálticos, pero esta expansión solamente fue posible gracias a los excelentes barcos que poseían. Los tenían de todo tipo y tamaño, como los estudios lo demuestran, desde los pequeños botes costeros, hasta los enormes barcos reales, pasando por los mercantes y guardacostas. Sin estos barcos la Edad Vikinga jamás hubiera existido.

Estas naves fueron el resultado de siglos de innovaciones y evolución tecnológica que han podido conocerse gracias a fortuitos hallazgos arqueológicos.

Un punto importante a aclarar para una mayor comprensión, es que los vikingos nunca fueron un pueblo único. Los tres países que compones actualmente la península escandinava no fueron naciones. Por ejemplo Noruega (Norvegur) significa “camino del Norte”, se trataba de una ruta comercial más que de un país. Estaba formada por una serie de poblaciones a lo largo de la costa, regida por jefes tribales independientes.

Los tres países tenían esferas de influencia distintas. Los suecos (Rus) en el Báltico y el Volga, llegando a una comarca donde se asimilaron con los eslavos (Rusia); los daneses en el continente e Inglaterra y los Nork en Escocia, Irlanda, Iceland, Greenland, Markland, Vinland y las islas del Atlántico Septentrional.

Los suecos se interesaron por el comercio con el Este y, jalando sus embarcaciones desde tierra, recorrieron el Volga y el Dnieper, ríos de la tierra que llamaron “Suecia Mayor” (hoy Rusia), y llegaron a los mares Caspio y Negro.

Atraídos por las pieles y los exóticos mercados de Arabia llegaron al sucesor de Roma: el Imperio Bizantino con su capital Constantinopla, a la cual llamaron Micklegarth. La atacaron pero fueron vencidos con el famoso “fuego griego”.

En estos largos viajes debieron luchar con tribus locales y fundaron muchas ciudades, como Kiev, donde se asentaron y al cabo de dos o tres generaciones se asimilaron eslavizándose.

Los daneses dirigieron su mirada hacia las costas nórdicas de Europa. Para el año siglo IX, luego de la muerte de Carlomagno, comenzaron a acosar a las ciudades de Hamburgo, Paris, Nantes, Burdeos, Ruan, Dorestad, etc., todas ellas ciudades ribereñas. También se dedicaron a asediar Inglaterra pero, al igual que sus parientes suecos, a medida que lograban asentarse se asimilaron al país.

Uno de estos ejemplos es el caso de Normandía (Northmandy, “la tierra de los nórdicos”). Fue producto de un ejército que, merodeando el norte de Francia, aceptó en un tratado de paz enormes extensiones de tierra (siglo X).

Este éxito, además del miedo que causaban estos inmensos rubios barbudos bajo los símbolos de Thor y Odín, fue por sus navíos de tan poco calado, que además de ser excelentes barcos para el mar, podían remontar ríos mucho más allá de lo hasta entonces imaginado. Así es como pasaron tras las líneas de los ejércitos que se oponían a su avance, demoliendo cualquier defensa y atacándolos por la retaguardia. El resultado era algo así como lanzar paracaidistas detrás de las líneas enemigas o, como sostienen otros estudiosos, una clásica táctica empleada por la subversión.

Los noruegos, los Nork, dominaron todo el norte de Inglaterra donde se asentaron creando ciudades mercantiles como York. También se afincaron en Escocia, las Hebridas, las Shetland; y en Irlanda fundaron ciudades como Dublín, Wesford y Linerick, entre otras. Incansables aventureros en busca de nuevas oportunidades comerciales y tierras donde asentarse, descubrieron las islas Spitzberg, Magen, Feroe y llegaron a Islandia donde establecieron la primer República parlamentaria de Europa, siendo las Sagas Islandesas los más importantes monumentos culturales de la Edad Vikinga. Gracias a estas Sagas (historias transmitidas por tradición oral y luego escritas) conocemos las andanzas de Eric “El Rojo”, llamado así por el color de su barba, quien al ser expulsado de Noruega junto a padre por unos asesinatos se asentaron en Islandia. El pueblo vikingo era muy belicoso, sin embargo no admitía desórdenes internos. Es así como en Islandia Eric también se metió en problemas y siendo encontrado culpable de unas muertas sin premeditación, fue sentenciado como un fuera de ley por tres años. Esto motivó a Eric a emigrar, ya que si era encontrado durante ese periodo, podía ser ejecutado donde lo encontraran. Pero… ¿dónde podía ir? Hacia el Este llegaría a Noriega, donde ya era un fuera de la ley. Hacia el Norte, luego de una corta navegación, se iba a ver rodeado de hielos. En el Sur estaban las colonias de Escocia e Irlanda, donde no sería bien recibido. Es así como decidió explorar las tierras que quedaban al Oeste, de las cuales había algunas referencias de otros viajeros. Cumplió sus tres años de destierro  relevando un lugar al cual llamaron «Greenland”, con la idea de convencer a los pobladores de Iceland para que lo sigan y se asienten en esta nueva tierra. Partieron 25 barcos con víveres, ganado y herramientas. De ellos, luego de una tormenta, llegaron solo 14 naves y comenzaron una colonia de unos 300 habitantes en el año 986. La colonia continuó desarrollándose y como la necesidad de madera se incrementaba constantemente, Leif Ericcson, hijo de Eric “El Rojo”, decidió navegar hacia las tierras llanas con bosques que descubrió por casualidad Biarni Heriolfsson durante un viaje hacia Greenland, cuando una tormenta lo desviara de su curso.

En el año 1001 Leif Ericsson emprende un viaje hacia el Oeste recalando en Helluland (tierras de piedra llana, actualmente Tierra de Baffin), luego en Markland (tierra llana de bosques, Labrador) y luego llegaron a una tierra donde encontraron vid que denominaron “Vinlandia” (Costa de Terranova). Se asentaron allí y por tres años convivieron con los naturales de esta tierra, llamados por los vikingos “Skraelings” (Weaklings). Luego abandonaron esta colonia y volvieron a Groenlandia. Aunque algunas personas dudan de la veracidad de estas historias, fueron luego comprobadas por la exactitud de los detalles geográficos, además de haberse hallado restos de construcciones vikingas en Newfoundland (Terranova) y una punta de flecha de origen americano hallada por arqueólogos en Groenlandia. Estos descubrimientos fueron fechados cerca dela año 1000 D. C.

La colonia vikinga de Groenlandia fue abandonada hacia el año 1200, posiblemente por la variación de las condiciones climáticas. En 1586, cuando fue redescubierta por John Davis, no se encontró ningún escandinavo, pero si restos de sus poblados.

Buscando una ruta sobre el mar

Aunque los barcos vikingos eran excelentes, los hombres que los tripulaban debieron ser expertos en el arte de navegar.

¿Cómo hacia el piloto para encontrar el camino a seguir sin contar con una brújula u otros instrumentos que le indiquen cuán al Este o al Oeste había navegado? La distancia de Noruega a Groenlandia es de 900 millas, y muchas veces no se recalaba en Islandia para navegar más al Sur y así evitar los hielos.

Los métodos que empleaban eran varios. La latitud por la “estrella polar” era muy conocida en esa época. Luego que alcanzaba la latitud deseada, viraban al Este o al Oeste y llegaban a destino.

También emplearon al sol. Aunque no sabían exactamente la hora del mediodía, además que la declinación del sol tiene variaciones diarias, este método era utilizado sobre todo en el verano austral, cuando la estrella polar no era visible por la constante luz solar, o cuando por razones climáticas el cielo permanecía nublado.

En el siglo X un irlandés llamado Star-Oddi, confecciono unas tablas de latitud para algunas estrellas y el sol.

Como había zonas en las que las nubes cubres el cielo por mucho tiempo, algunos pilotos llevaban jaulas con cuervos. Según las Sagas, este pájaro de costumbres terrestres, era útil por el contraste que hacia contra las nubes. Según un tal Floki Vilgerdarsso, buscando Islandia soltó a uno de sus guías cuando dejo de ver la costa. Este, luego de elevarse, se fue hacia el sur donde habían zarpado. Después de dos días soltó a otro compañero, y luego de sobrevolar el barco, volvió a posarse por no ver tierra. Recién al tercero tomó vuelo hacia adelante, esto los orientó dirigiendo la embarcación en ese sentido. Por su sistema de navegación, paso a la historia con el nombre de Cuervo-Flok.

También existieron las instrucciones. Los marinos más avezados explicaban las marcas costeras que debían encontrar según el viaje, aclarándole el tiempo que iban a permanecer sin ver tierra.

Estas instrucciones, además de las marcas costeras, relataban las marcas del mar que podían encontrarse, como la costumbre de las ballenas en reunirse al mediodía de navegación al Sur de Islandia. También las migraciones de los pájaros y cuanta señal pudiese ser apreciada. Con todos estos elementos, o combinaciones de ellos, los pilotos de la época guiaban las naves, aunque más de una vez se perdían por las tormentas y tardaban bastante en volver a tierra.

Los descendientes de los barcos vikingos

La construcción en tingladillo, propia de los barcos vikingos, se siguió utilizando hasta nuestros días en la península escandinava, pero para botes o barcos pequeños. No era raro encontrar, hasta finales del siglo XX, pequeños barcos pesqueros trabajando en los fiordos.

Al original barco vikingo de carga lo sucedió el famoso barco de Kalmarr. Encontrado en 1933 en Suecia, este barco datado hacia el 1250 D. C., tenía la particularidad de poseer timón a popa. Siendo de tingladillo, sus cuadernas y varengas iban clavadas como en el Knor de Skuldelev (Roskilde).

Este es el barco más antiguo que se conoce con timón a popa. A medida que creció la necesidad de transportar más carga y tener mayor protección, fue cambiando la construcción. En el Norte de Alemania aparecieron los “Cog”, con más francobordo y eslora decidieron sacrificar velocidad y maniobrabilidad.

En la proa y la popa le agregaron plataformas para defensa. Se asemejaban a pequeñas torres de castillo. De allí proviene su actual nombre: castillo de proa.

A medida que se necesitaba llevar más carga y el tamaño de los navíos aumentaba, se cambió de una construcción de tingladillo a una de traca contra traca (borde contra borde).

Hacia el 1300 D. C. en el Norte de Europa se usaban los barcos mixtos. Es decir, fondo plano, con tablas canto contra canto, y luego en las bandas la construcción en tingladillo. Aparentemente, el primer barco con casco de tablas con juntas a tope apareció mediando el siglo XV. Es muy probable que haya sido por interacción con la tradición naval del Mediterráneo, que practicaba ese tipo de construcción.

En la península escandinava se abandonó a tal punto la construcción e grandes barcos que en 1523, el Obispo de Bergen (Noruega) debió encargar su barco en Holanda.

Estos últimos fueron los que heredaron el are de la construcción naval y gracias a ella comenzó una época de resplandor económico. Aparentemente, después de las batallas adversas que sufrieron repetidamente a partir del año 1066 en Stamford Bridge (Inglaterra), sus incursiones fueron cada vez más aisladas.

Las naciones por las cuales pasaron enriquecieron su construcción naval. Adoptaron la forma de su casco, castillaje de defensa y, sobretodo, el gran invento del timón de popa.

Los barcos de Gokstad y Oseberg están alojados en un Museo construido especialmente en Oslo, y son los representantes de los barcos vikingos mejor conservados hasta la actualidad. Los de Skuldelev se encuentran en el Museo de Roskilde (Dinamarca).

Cuando uno ve semejantes estructuras, construidas para guardar los restos de unos pocos barcos uno se pregunta el sentido. No es tan solo para preservar el recuerdo de una época heroica, sino uno de los instrumentos más perfectos y hermosos que haya hecho el hombre.

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Sobre los barcos hallados  (hasta 1985): El barco vikingo implantó en la historia de la navegación toda una serie de reformas. A raíz de él se modificaron cascos y timones, lo cual permitió un real avance en materia de construcción naval. Las tradiciones marítimas del Mediterráneo se enriquecieron con las diferencias técnicas empleadas por los nórdicos, expertos navegantes del Atlántico Norte y fue lo que posibilitó el comienzo de la era de los grandes descubrimientos.

En los últimos años se han hallado varios yacimientos arqueológicos que nos permiten estudiar diferentes tipos de barcos vikingos.

Con el descubrimiento de los barcos “SKULDELEV” en el fiordo de Roskilde, Dinamarca, se encontraron restos de cinco naufragios, un Knor, un barco guerrero (wreck 5), un barco de comercio chico (wreck 3), otro grande (wreck 2) y un pequeño barco de pesca (wreck 6).

Es interesante destacar que los mismos fueron hundidos por los lugareños para poder bloquear el paso natural existente en una parte del poco profundo fiordo y proteger la importante ciudad comercial que era entonces Roskilde. Según dataciones con Carbono 14, todo esto ocurrió hacia el 950 de nuestra era. Estos barcos, hundidos y recubiertos de piedra para frenar las incursiones de vikingos Nork, se comenzaron a excavar del fondo marino en 1957.

Luego de muchos años de trabajo, debiendo construirse un dique alrededor del yacimiento para poder extraer los restos, en 1978 se concluyó con la restauración de los mismos y se hallan expuestos en un museo construido al efecto.

Podemos dividirlos en mercantes, guerreros y pesqueros.

Los mercantes

Fueron encontrados dos. El naufragio 1 (wreck 1) se trata de un Knor. Este carguero de porte son los del tipo que presumiblemente eran trazados para las grandes travesías.

Pesado, con gran capacidad, era propulsado solo por una vela. Los remos que tenía solo pudieron ser usados para maniobras. No tiene muestras de haber sido varado en las costas, y menos aún trasladado a tierra.

Como estaba construido casi totalmente en madera de pino que en Dinamarca es una planta rara, mientras que en Noruega abunda, se presume que fue construido allí. La quilla, roda, codaste y el costillaje son de roble. Sus características son: eslora 16,5 mts., manga de 4,8 mts., un puntal de 1,9 mts. Totalmente cargado, el calado era de 1,5 mts., con una capacidad de carga de 35 metros cúbicos.

Estos barcos poseían una cubierta en proa y popa. Sobre ellas viajaba la tripulación y los pasajeros, pero salvo que fuesen barcos muy grandes, el espacio que quedaba bajo ella no era utilizado.

El otro mercante (wreck 3) fue encontrado en mejor estado de conservación. Construido totalmente con madera de roble posee una eslora 13,5 mts., manga de 3,2 mts., y cargado calaba 1 m.

Con seis orificios para remos, solo dos muestran señales de uso. Evidentemente eran usados tan solo para maniobras.

Barcos de guerra

Los naufragios 5 y 2 se tratan de barcos de guerra. En el naufragio 5 las principales diferencias son su gran eslora de 18 mts. y su poca manga de 2,8 mts. Lleva cubierta desmontable y 12 remos por banda, además de la vela. En las bandas están los soportes para los escudos.

El naufragio 2 se trata de un barco similar pero de 28 mts de eslora. con una manga de 4,5 mts., se estima llevaba entre 50 y 60 hombres. Por último, el más pequeño, no se sabe bien cuál fue su uso. Barco de guerra no fue porque no llevaba remos y sí está preparado para navegar a vela. ¿Podría tratarse de un pesquero o un ferry? Estos barcos fueron fechados con el método del C.14 entre el 900 y 950 DC.

LEJRE: EL PAIS DE LAS LEYENDAS. ROSKILDE

Muy cerca de Roskilde, tuve la oportunidad de conocer un Museo al aire libre, otros lo llaman Eco Museo. Para mí fue una experiencia sobre como vivir en otra época. Desde la Edad de Piedra, pasando por la Edad de Hierro o como un vikingo. La mayoría de la gente va a pasar el día, llevan la vianda y hacen picnics. Tirar con arco y flecha o navegar una canoa de tronco son las cosas que también se pueden hacer allí. Luego es muy entretenido recorrer las construcciones  y ver cómo se vivía en años como el 2.000 AC al 1.300 DC. También hay lugares “sagrados” para rituales con enterratorios. Es un terreno de unas 52 hectáreas con muchos restos arqueológicos. En una de las oportunidades que fuimos pasamos tres días allí y vi cómo se realiza una hermosa experiencia de vivir, trabajar y dormir con las comodidades de la época que uno eligió. Vimos familias que pasan una semana y es una gran experiencia. Llevar los cubos de agua, prender el fuego con piedras o con una especie de arco con piolín, una varilla y hacerlo girar sobre trozos de corteza o paja seca. Cocinar, ayudar a arreglar una vivienda, y por la noche los fogones en lugares de rituales. Todo lo que uno vio en el cine, pero con una experiencia directa. Recuerdo una noche que dormíamos junto a los animales me desperté de un salto al escuchar un fuerte mugido muy cerca de mi cabeza. Así comenzábamos un nuevo día, un despertador vacuno. En las fotos, que son algunas mías y otras del centro, se puede ver, o mejor, darse una idea, de la forma en que se pasa el día. Desde buscar agua, cortar leña, moler granos para hacer harina con viejos morteros, etc.