ALIMENTACIÓN

A BORDO

Este punto tan importante fue encarado por Robert Fitz Roy de una forma muy práctica y evidentemente con conocimientos de lo que podía hacer alimentos frescos. 

Es así que priorizó la caza y captura de pescados y demás alimentos que la naturaleza le pudiese brindar. De cualquier forma tomó medidas que hoy en día serían discutibles, como por ejemplo hacer racionamiento sin una necesidad imperante. Es así como racionó a su tripulación en dos oportunidades: «Durante tres días se le suprimió a la tripulación toda clase de víveres salados y en reemplazo se le dio carne conservada, mariscos y un cerdo grande traído de Montevideo». … «La razón que me guiaba a suprimir por completo la carne salada durante algunos días, era la creencia de que, para producir una variación eficaz en el organismo se necesita un cambio de dieta de dos o tres días por lo menos; y que es mucho mejor dar provisiones frescas tres días seguidos, y carne salada el resto de tres semanas, que dar carne fresca tres veces a intérvalos, en el mismo período.» (Tomo II pág. 282). 

Un día «…puso a todo el mundo a 2/3 de ración…» pues parecía preferible acortar la ración – ahora que todos gozaban de buena salud y ánimo y que podía n conseguir refuerzos de pescado y aves – a hacerlo ulteriormente cuando acaso estuviéramos en distinta situación.» (Tomo II pág.479)
Un detalle singular es que Fitz Roy hizo llevar un «Diario de caza», consignando lo cazado, el cazador, y a quien se destinó la o las piezas cobradas. (Pág. 586-587 del Tomo I). 

Vale la pena aclarar que antes del 800 la alimentación era muy mala y tenían como base la famosa «galleta». En los buques se llevaba ganado en pie, gallinas y cuanto animal vivo se podía transportar. No era el caso de los viajes por el sur del continente dado que con las tormentas y el frío estos iban sucumbiendo uno tras otro. Ya hacia fines del 700 y comienzo del 800 los exploradores habían tomado la costumbre de prácticamente desprenderse de la carne salada y tratar de renovarla sea por carne de pingüino o lobo marino o por lo que sea. Si no lo sabían a ciencia cierta por lo menos intuían que era necesario renovar el stock con alimentos frescos.
El Pilot inglés de fines del 800 recomienda recalar en el puerto de San Juan de Salvamento para hacer aguada, cosechar apio silvestre y renovar el stock de carne con la caza de pingüinos y lobos marinos; llega al punto que avisa que si se recala en octubre es posible cosechar huevos de pingüino. 

(Extraído del libro “Naufragios en el Cabo de Hornos, Isla de los Estados, Magallanes, Península Mitre, Malvinas y Georgias del Sud “ del Lic. Carlos Pedro Vairo.Editado por el Museo Marítimo y Zagier & Urruty Publications).