PUERTO WILLIAMS

Astillero a hacha. Actual.

Astillero tradicional en Isla Navarino. Canal Beagle.

En Villa Ukika, Puerto Williams, Isla Navarino, Chile. En la foto el carpintero Hector Hernández oriundo de Chiloé, del Golfo de Ancud, construye una lancha al estilo chilota. Tiene 15 metros de eslora y lo hace con la madera del bosque. Setiembre de 1993, solo con hacha y serrucho. La madera la busca en el bosque, los curvones para las cuadernas los busca en troncos de plantas que, naciendo en la ladera, se curvan para buscar más sol en la altura. Así es como se van curvando y con el tiempo son troncos gruesos (50 años o más). También el efecto del viento hace que sus ramas gruesas tomen curvas impensadas. Los troncos mas rectos se dan en la planicie.

Nos relata que una lancha (bote) de 7 metros le puede llevar unos 20 días. La de 15 metros un año más o menos. Pensemos que trabaja solo y por momentos con un ayudante. Se mudó junto al astillero construyendo una pequeña vivienda.

Tiene un tambor al que llena con agua, prendiéndole una fogata debajo. Allí coloca la madera que desea doblar.

En Villa Ukika están los descendientes del pueblo Yagan, las más representativas son las hermanas Calderón, Cristina (la menor) y Úrsula, Melinda y varias más.

A todo esto y luego de ver otros astilleros como el de Zanzíbar o el de Madagascar que actualmente se manejan de esta forma, como lo hizo Don Luis Piedra Buena, en Isla de los Estados. Más precisamente en Bahía Franklyn,Caleta Lacroix, bautizada por él «De las Nutrias» (las cuales vimos en cantidad). Allí al embarrancar el «Espora» comienza la construcción de un cúter de 11 metros de eslora. Utiliza parte de la madera y vigas que siempre llevaba para reparar botes, construir refugios o reparar al propio «Espora». Clavos, madera y clavijas eran fundamentales y algunos herrajes. No hay ferreterías ni almacenes navales cerca (ahora tampoco). Su bien mas preciado, su fortuna era el Bergantín Goleta «Espora», de 28 metros de eslora. Decidió no tocarlo y tratar de salvarlo.

Ya a los 3 meses estaba terminado el «Luisito» y todos los intentos por salvarlo fueron imposibles. Usó madera del doble forro y luego el mastelero a modo de palo. El palo macho estaba todavía en la bahía. Allí quedó el fondeo y las cadenas (hallamos todo) que ató a unas rocas para tratar de arrastrar al «Espora» hacia el mar.

Lo cierto es que además del refugio encontramos el bosque de curvones tal como él relataba en su diario. Evidentemente debe haber sido un trabajo similar al que estamos viendo en esta nota.

Toda una proeza, sencilla, hoy creo que ninguno de nosotros seríamos capaces de repetirla.