BAHÍA CROSSLEY

Hoy en día, dar una vuelta por la playa de esta bahía, significa encontrar restos de navegantes de hace más de dos mil años . Es que a flor de tierra se pueden encontrar fogones con restos de carbón , huesos de lobos marinos y  puntas de flechas además de otros fragmentos líticos.

Sin ser muy protegida de los vientos del sector Norte, se la utiliza como lugar de fondeo. Las características son totalmente distintas a las otras bahías de la isla. Con playas extendidas, no tiene la forma de fiordo característica de los puertos de la mitad Este de la isla. En realidad podríamos dividir la isla en cuatro partes, la mitad Este con bahías en forma de fiordos, las del Oeste tienen playas extendidas y costas bajas; a su vez el lado Norte es menos tenebroso que el Sur donde los temporales provenientes del Cabo de Hornos golpean fuertemente este sector. Sus piedras a media agua e islotes en forma de fauces de algún tipo de monstruo de la prehistoria, aterrorizaron a los marinos de todas las épocas.

Entre las características de Crossley está la de su relativa fácil comunicación a las bahías cercanas, sean del Sur o del Norte, a las cuales se puede llegar caminando por una planicie cubierta en gran parte por turbales. La playa es de arena y el terreno que continua es de suelo arenoso, enmarcada por colinas  tanto al Este como al Oeste cubiertas de un bosque de coihue no muy tupido. El tenedero es bueno siendo el fondo de arena; pero de cualquier manera hay un boyón al cual uno se puede amarrar sin temor.

Para desembarcar con el bote de goma preferíamos acercarnos hacia el lado Oeste de la playa y hacerlo entre las restingas que despedía la costa a pique, dado que en la playa siempre había rompiente. En el medio de la playa desemboca un arroyo con fondo de pedregullo, el cual puede cumplir muy bien la función de desembarcadero. Los arroyos portan abundante agua que se puede beber, me expreso de esta manera porque el aspecto de este «agua» no es al que estamos acostumbrados. Su color es casi negro, con espuma marrón, y la que hicimos analizar arrojó un PH de 3,9 ; prácticamente un ácido si consideramos que el agua normal tiene un PH alrededor de 7. El motivo es que este agua, como la mayoría de la isla y de península Mitre, proviene de turbales y está cargada de ácido humico, el cual no representa ningún peligro salvo que alguno de la tripulación se le ocurra purificarla con cloro que es cuando se convierte en cancerígena, según estudios del Dr.Carlos Schroeder.

En el islote exterior de la bahia  se puede observar el famoso faro «Le Maire» que señala la entrada Este del estrecho. En la punta Oeste de la bahía, entre rocas y rompientes, se puede observar una parte de lo que fuera una proa de un navío del siglo pasado de cuyo nombre no se tiene referencias, pero nos hace recordar el lugar donde estamos.

En el centro de la playa , por sobre la linea de marea encontramos una baliza y cerca de ella un monolito que fuera colocado por la legislatura  de Tierra del Fuego rodeado de restos de tergopol y plásticos provenientes de las fábricas de televisores instaladas en Río Grande. Evidentemente ni el Fin del Mundo se salva de la polución que el hombre moderno se encarga de hacer. Pero para continuar con el tema principal, si caminamos hacia la colina del Este vamos a ver un pequeño lugar cercado con antenas re transmisoras. Se trata de una planta meteorológica  automática que va transmitiendo los datos obtenidos.

Cerca del arroyo del Oeste existe un pequeño refugio, un tanto mal trecho, que nadie sabe quién construyo, pero que puede sacar de un apuro. Se encuentra repleto de inscripciones de arqueólogos que, en distintas campañas, estuvieron realizando estudios en la zona.

Si no se hace mucho ruido y se mira hacia las colinas o en las ondonadas del abra, se pueden ver cabras que tranquilamente pululan por la zona. El que las introdujo fue nuestro famoso marino de los mares del Sur : Don Luis Piedrabuena. Desde entonces se criaron en estado salvaje, siendo más afortunados que los ciervos y el ganado bovino del que no queda un solo ejemplar. Para algunos representa un trofeo exótico, organizándose cada tanto alguna partidita de caza, mientras que para muchos otros representó una salvación encontrar algo para alimentarse, aunque cueste cazarlas por los turbales .

A simple vista la playa presenta un aspecto desagradable lleno de plásticos y desperdicios industriales, pero si uno se detiene un poco enseguida encontrará que no se trata de simple leña depositada por sobre la linea de mareas. En realidad son restos de naufragios que se hallan esparcidos por todas partes. Es asi como pudimos recolectar gran cantidad de pequeños souvenires, como clavos , botellas de licor, frascos de medicamentos, fondos de botellas pulidos por el roce con la arena, tornillos, un perfumero, todo mezclado entre distintos tipos de maderas, cabos, calabrotes, vigotas, etc.

Se ha llegado a afirmar (Anne Chapmann) que los restos de la goleta Espora son los que se encuentran esparcidos en esta bahía, como lo único que se sabe es que Luis Piedrabuena la perdió en la isla y con sus restos construyó el cuter Luisito, con el cual continuó navegando la zona; se especula que pudo haber sido entre Parry, Hoppner, Corssley e Isla Observatorio pero como no se tiene la certeza cada uno coloca el naufragio donde más le parece.

Luis Piedrabuena tenía la isla como cuartel general en sus campañas de caza de pingüinos y lobos marinos, aunque siempre estaba dispuesto a salir en búsqueda de sobrevivientes de naufragios. Según comentarios de aquella época, en la zona del Cabo de Hornos se perdían entre el 10 y el 20 % de las embarcaciones que pasaban y los años menos concurridos solían doblarlo entre 100 y 200 naves por año. En total, rescató las tripulaciones de siete naufragios. En muestra de agradecimiento el Gobierno le cede en propiedad la isla, donde pasa un corto tiempo con su esposa, y sus herederos la venden al Gobierno Nacional.