CABO CALLAS

La navegación de Puerto Toro a Williams fue rápida y sin mayores sobresaltos. Raúl (Schwartz)  y «Gato» (Curuchet) se encargaron de pelar las patas de las centollas mientras nos topamos con un gigantesco Porta Conteiners y la GC80 de la PNA justo en el paso Mackinlay. (En esta navegación estábamos Jorge Trabuchi el capitán, Daniel Kuntschik, Luis Firpo, Sergio Olmos, Carlos Vairo y Mario Caplonc, pero hay fotos de otros viajes como con los de la Aventura del Hombre, el viaje con los Nórdicos para año nuevo, o Semana Santa con Raul Grhuntal, Raul Urueña, Leonardo Menarguez, Jorge May y muchos otros.) [VER MAS]

A las 21 nos estábamos abarloando al «Milcavi» y terminada la tarea nos dedicamos a cenar centolla, acompañada de papas al natural y una buena cantidad de cerveza.

Si bien la cena fue excelente reinaba una atmósfera densa. Cada uno vivía el fracaso a su manera. Yo a esto lo denomino el clima interno del barco que poco tiene que ver con el que reina afuera. Cada uno trataba de dar una explicación de lo oportuno y lógico que era estar en dicho lugar sin haber llegado a cruzar el «meridiano de Hornos».

Entre los comentarios (exteriorizaciones del fracaso) se escuch¢ decir que podíamos aprovechar los 2 o 3 días que nos quedaban para recorrer la costa Argentina del Beagle mientras otro comentaba sobre la mala suerte de que nos haya tocado un temporal tan prolongado. Varios prefirieron irse a dormir sin cenar y brillo por su ausencia el campeonato de truco.

¨La tercera sería la vencida?  

La mañana del Jueves, hacía ya 4 días que habíamos partido de Ushuaia,  se presentó inusitadamente despejada, sin viento y con presión alta. Luego de un breve cambio de opiniones felizmente se tomó la decisión de hacer un tercer intento. Pedimos los partes meteorológicos y todo indicaba una excelente perspectiva.

Avisamos a la Capitanía de nuestra intención y enseguida nos asignaron un práctico. Resultó ser nuevamente Hernán Silva que , muy a su pesar, dado que el 18 de setiembre en Chile es feriado y pretendía irse de «pic-nic» con su familia, nos debió acompañar nuevamente.

Zarpamos a las 12 y 30 con viento del este que súbitamente rotó al norte. Con foque, trinquetilla, mayor y mesana la navegación fue un placer. El frío, muy intenso, no fue una molestia sino que contentos navegábamos hacia el «Cabo».

Con sol y cielo azul todo cambia. Soy un convencido que a bordo existen 2 barómetros. El que se usa para medir la presión atmosférica y otro que funciona dentro de cada uno: el estado de  ánimo, una especie de barómetro psíquico m s importante que el real. Aunque navegando por los mares australes uno se acostumbra a muchos días grises con lloviznas, agua nieve, granizo y copos de nieve, un da claro y apacible levanta el ánimo.

A las 20 hs. nos comunicamos por VHF y dimos la posición. Las instrucciones que nos habían dado indicaban claramente que teníamos que comunicarnos a las 8 hs y a las 20. La explicación fue que tienen sistemas de ayuda médica y rastreo de embarcaciones que se basa y monta según dichas comunicaciones o a la ausencia de las mismas. Puede ser….

Bahía Nassau se presentó tranquila y sin oleaje. Cuánta razón habían tenido los pescadores. Si le hubiéramos hecho caso ya estaríamos volviendo sin tener que navegar de noche.

Según el radar ya estábamos cerca del «Cabo». La visibilidad estaba reducida por la total oscuridad por donde navegábamos bajo un cielo totalmente encapotado. A las 5,42 hs. (Arg. y 4,42 de Chile) una voz por VHF nos avis¢ que acabábamos de cruzar el meridiano de Hornos.  Continuamos un poco m s, entre gritos y brindis, hasta que pegamos la vuelta.

Increíblemente no había olas, onda, ni viento. La calma era total. Regresamos hacia el extremo oriental de la isla Hornos en búsqueda del fondeadero para desembarcar. Por las dudas dimos un buen respeto a la isla dada la gran cantidad de piedras e islotes que rodean al Cabo. La oscuridad era tan extrema que debimos navegar siempre por radar. Alrededor de las 6,30 nos llaman por VHF para preguntarnos a dónde íbamos dado que el fondeadero ya lo habíamos pasado hace rato. Volvimos durante media hora hasta que nos topamos con el boyón.

La tenue luz del amanecer nos mostró un cielo totalmente gris que se reflejaba en el mar y estábamos rodeados por islas cubiertas de nieve. Con vegetación muy rala y piedras lavadas por el mar a mas de 15 metros de altura, nos daba una pequeña pauta del clima de la región. Considerado como tundra sub antártica nos impresionaba pensar que los «y manas» en sus embarcaciones de corteza navegaban la zona. Probablemente aprovechaban los días de calma como estos. Sus embarcaciones desarrollaban 6 nudos as¡ es que era muy fácil para ellos cruzar de una isla a otra.

Desembarcamos en medio de un gran banco de algas y fuimos recibidos, en una playa de piedras bocha, muy cortésmente por un hombre del puesto de Hornos acompañado de un perro. Frente a nosotros se levantaba un acantilado con una escala de madera y un cartel que nos daba la bienvenida al «Parque Nacional Cabo de Hornos. Chile».

Sinceramente a todos nos embargaba una gran emoción. Los pasos siguientes fueron para dirigirnos al desconocido monumento que pocos meses atrás habían inaugurado los franceses del museo de Cap Horniers en honor a todos los marinos que antaño tenían que salvar semejante escollo.

Isla Hornos y el «Mítico» CABO.

Este accidente geográfico tiene bien ganada su fama por parte de todos los marinos del mundo. Muchos buques desaparecieron sin dejar rastros en ese tempestuoso y gélido mar del confín del mundo.

En realidad se trata de una isla y su primitivo nombre era HOORN Caap. Fue bautizado de esa forma (enero de 1616) en recuerdo al  puerto de donde zarpó la expedición  holandesa de Schouten y Le Maire. Habían partido de HOORN, Holanda, en búsqueda de un paso que les permitiera llegar a las Indias Orientales sin doblar el Cabo de Buena Esperanza ( Sud frica) y sin navegar el Estrecho de Magallanes que estaba reservado para la Compañía Holandesa de las Indias Orientales que ejercía el monopolio del comercio con Oriente.

Luego de vivir mil peripecias lograron arribar a Indonesia solo con la «Eendracht» (Concordia), la «HOORN» la habían perdido en Puerto Deseado. All¡ se los apresó porque en un primer momento no fue aceptado por las autoridades que hubiesen descubierto otra vía navegable.

En realidad la empresa la emprendieron porque tenían cierta idea de que pudiese tener éxito. Tanto España como los Países Bajos sabían que Drake había navegado el «Mar del Sur» por el sur de Tierra del Fuego y de Este a Oeste.

Recorriendo la isla.

La isla de Hornos es la m s austral de las islas Hermite, su terreno está formado casi en su totalidad por turba dura y mantos de qranito que permiten llegar hasta el peñón que le dio nombre de «cabo». Existe vegetación abundante y en el extremo sur hay un promontorio de 425 metros de altura que cae en forma de barranco casi vertical y de color oscuro.

Muy próxima a la isla emergen rocas negras e islotes escarpados y cerca de ellos las rompientes hacen intuir la existencia de otros picos  de montañas a poca profundidad. Estos deben haber enviado a pique a más de un navío durante las clásicas tempestades de la región o durante las traicioneras calmas con fuertes corrientes y poca visibilidad.

Las construcciones de isla Hornos.

El «Faro Monumental Isla Hornos» tiene una dotación de la Armada de Chile y del lado este se puede recalar pero se debe pedir autorización previa.

Una vez arriba del acantilado nos topamos con una vereda construida con tablas y elevada del suelo unos pocos centímetros. El motivo es que la turba hace dificultoso transitar la isla.

Un camino se dirige hacia el destacamento y otro hacia un monumento que no logra entenderse bien en un primer momento. Se trata del famoso albatros que ha sido colocado en el lugar. De concepción ultramoderna y pensado para que el fuerte viento del lugar no lo destruya, representa al ave que según la leyenda es la reencarnación de los antiguos marinos y pilotos que perdieron la vida en esa inhóspita región.

Antes de llegar a ‚l dos columnas de mármol nos impactaron con sus leyendas. Una de ellas dice: » Monumento Cabo de Hornos».

» – En memoria de los hombres de mar de todas las naciones. Que perdieron la vida luchando contra los elementos en el proceloso mar austral chileno. – Erigido por iniciativa de la sección chilena de los Capitanes del Cabo de Hornos, Cap Horniers, en el quinto Centenario del Descubrimiento de América. – Diseñado por el escultor nacional Sr. Jose Ballse. – Financiado por entidades marítimas y privados y ejecutado por la Armada de Chile. – Inaugurado solemnemente el 5 de diciembre de 1992. Con Asistencia del Sr. Cmdte. en Jefe de la Armada de Chile , Autoridades de Gobierno y miembros de la cofradía internacional de los capitanes del Cabo de Hornos- Cap Horniers. »

Al pie del monumento , figuran placas alegóricas y rumbos hacia todos los destinos (salvo a Argentina) y placas de los Cap Horniers de Australia y de Holanda.

Ya cerca del destacamento otro monumento puesto por los «Cap Horniers» dice: » Au nom de L Amicale Internationale des Capitaines Au Long Course «Cap-Horniers» en souvenier de tous nos passages de Ce Cap. Cap Horn , nov. 1989 » recuerdan a aquellos navegantes de «Long Course» que en rutas largas como por ejemplo de China o Australia a Europa debían enfrentar al «Cabo» en la condición que los recibiese.

El Faro Monumental , fechado 1902, queda al lado de la Capilla de los Navegantes (Stella Maris) y de la pista para helicópteros. La capilla , con la virgen de los navegantes, impacta por su sencillez y nos ubica en lo ínfimo que es el ser humano ante la grandeza de la naturaleza. Se trata de una sencilla construcción de madera. Iluminada por dos ventanas con cortinas, está decorada con plantas y exvotos de navegantes locales.

En el destacamento nos convidaron con jugo de naranja mientras charlamos plácidamente con el Alcalde Mar y Jefe del Destacamento, Alejo Bustamante; el Asesor de Navegación, Eduardo Otarola y la voz que nos acompañó durante la noche: Patricio Norambuena, Asesor de Comunicaciones.

Por supuesto que firmamos el libro de visitas y nos estamparon el famoso sello del Cabo de Hornos en libros, libretas, pasaportes y papel carta. El recuerdo más lindo fue haber encontrado gente tan amable y cordial en semejante aislamiento. Nuevamente se contradicen las directivas de la superioridad con el sentimiento individual  de un pueblo hermano al cual le enseñan a odiar a sus vecinos.

Pasamos más de 3 horas contemplando el paisaje, entre ellos los «famosos dientes o garras» de la isla Deceit o los restos de buques naufragados al pie de los acantilados. Todos sumidos en un gran silencio, comprendiendo que nos econtrábamos en el mayor  santuario de los navegantes.

 El regreso a Ushuaia.

Nos pasaron el pronóstico válido hasta las 22 hs. : «Bahía Nassau. Cubierto. Visibilidad 10/60km. . Precipitaciones ocasionales. Viento N-NE de 12 a 18 nudos Mar 0,5/1 m.  Cabo de Hornos: Nublado a Cubierto. Visibilidad 10 km. . Precipitaciones Ocasionales. Viento NE/E 12/18 nudos . Mar 1,0 a 1,5 m.  Apreciación Zona 8 : circulación ciclónica Vto. SE /S de 10 a 15 Nudos ( entiéndase el Drake).»

Todo nos indicaba que debíamos partir para aprovechar las próximas 15 o 20 horas de buen tiempo. Para sacarnos una duda pedimos los registros de viento para esa oscura noche cuando la violenta ráfaga nos giró el barco justo al lado de la isla del Medio, en el pasaje Goore : 90 nudos sostenido; de terror, menos mal que entramos en puerto Toro.

La alegría superaba todo lo imaginable. Luego de despedirnos de la gente del destacamento, que nos acompañó hasta la playa, comenzamos a navegar rápidamente hacia bahía Nassaw brindando con Champagne y dándole de tomar a Neptuno como bien lo establece la tradición, para que nos permita un nuevo cruce sin problemas.

Sin viento y con mar llano seguimos a motor y luego de pasar el estrecho Mar del Sur, lugar conocido por la existencia de cientos de orcas, encaramos bahía Nassaw. También sin viento continuamos a toda m quina. Cada tanto un Albatros nos pasaba cerca.

En nuestra memoria seguían los versos de Sara Vial, esculpidos en un mármol en diciembre del 92 se halla cerca del monumento:

«Soy el Albatros Que Te Espera

En El Final del Mundo

Soy El Alma Olvidada De Los Marinos Muertos

Que Cruzaron El Cabo De Hornos

Desde todos los Mares De La Tierra.

Pero ellos No Murieron

En Las Furiosas Olas,

Hoy Vuelan En Mis Alas

Hacia La Eternidad.

En La Ultima Grieta

De Los Vientos Antárticos.»

Homenaje culinario.     

Un poco m s simples y sin ningún poeta a bordo, la tripulación en su conjunto propuso un desafío: crear una comida especial que nos haga recordar al Cabo de Hornos. Como no era cuestión de cazar un albatros, que por otra parte dicen que traen desgracias, después de mucho pensar decidimos utilizar la turba del lugar. Tanto los escoceses e irlandeses utilizan la turba para darle el sabor a la malta que distinguir  un whisky de otro, as¡ es que encaramos la cocción de «Peceto a la Cabo de Hornos». En la caminata había juntado una buena cantidad de turba y con ella sazonamos la carne que acompañamos con puré de papa y varias botellas de champagne y vino. Con una guardia por demás fría arribamos a Puerto Williams a las 3 de la mañana.

Luego de desembarcar al práctico continuamos hacia Ushuaia con mayor , mesana y motor arribando a esa a las 8,30 del sábado. Seis días después de salir.

Contentos por la travesía realizada. Con vientos fuertes, calmas, nieve y sol, nuestro propósito se veía cumplido. Habíamos podido llegar al «Cabo» y rendir un homenaje a todos aquellos «marinos» que lo desafiaron con todas las de la ley. No como muchos que ostentan un m s que dudoso cruce del meridiano  de Hornos con olas de 14 metros o m s. Nosotros hicimos exactamente lo que hacen todos en este lugar, al igual que lo hacían los yamanas, hace cientos de años, con sus embarcaciones de corteza: esperaban el buen tiempo para arribar. Basta de «mitos» por favor.

Epílogo. 

Ya podía ir al hospital para que me vieran el fuerte y agudo dolor que tenía en el pecho. Todo sucedió el segundo día de navegación: una inoportuna patinada sobre la cubierta congelada del Callas hizo que me deslizara inexorablemente hacia el agua. Tratando de salvar las maquinas fotográficas y de video que llevaba colgadas del cuello me tomé de la baranda del muelle golpeando fuertemente contra él mientras el barco completaba el apretón. Resultado: faja por fisura de las intercostales, eso se traduce en un dolor muy profundo, hasta para respirar. Me callo la boca para no arruinar la ida al Cabo, pero el dolor que se siente ante cada movimiento es tremendo.

En la sala de guardia del hospital de Ushuaia comentábamos con Gato muchas de las vivencias de los últimos días. La que más nos quedó grabada fue ver esos gigantescos albatros en Bahía Nassau y los Cóndores en el Cabo de Hornos y en la isla Snipe. Aves netamente de mar junto a las de alta montaña.

Esa es la «Magia» de Tierra del Fuego. Aquí la naturaleza se encargó de mezclar la cordillera con glaciares, valles y la conjunción de dos océanos. ¨El fin del mundo no nos estará  enseñando como fue el comienzo?.

«El Archipiélago del Cabo de Hornos».

Vale la pena comprender un poco m s como es la región y alguna de sus particularidades. En dicho punto está la división imaginaria del Océano Atlántico con el Pacífico y si bien es difícil determinar un límite de dicha naturaleza, es bastante acertado afirmar que allí se encuentran la conjunción de los dos oc‚anos.

La cordillera de los Andes tiene sus £ltimas estribaciones en Tierra del Fuego. Va perdiendo altura paulatinamente hasta que se sumerge en el mar para reaparecer en la Península Antártica.

La corriente tiene dirección oeste-este al igual que el viento predominante, el oleaje y el paso de los centros de baja presión con vientos huracanados. Si miramos un globo terráqueo veremos que la región de Tierra del Fuego es el único escollo que tienen el mar y el viento en su largo recorrido alrededor del mundo.