CABO COLNETT

Y PUERTO ROCA

El tema del trabajo que nos habíamos impuesto era fuente de constantes consultas entre nosotros y no pequeñas discusiones. Pero por otra parte era uno de los objetivos del viaje y el que nos mantenía unidos por sobre todas las cosas. Aún así se creaban dudas de que lo pudiéramos cumplir dado que la cantidad de imágenes para el vídeo no era la suficiente, hasta el momento; por otra parte nos faltaba mucha costa que recorrer y los días iban pasando mientras esperábamos que el tiempo mejore.

Por la mañana temprano Aníbal fue a buscar al grupo de montañistas que pernoctó en “Manhattan” (así bautizamos al Destacamento de Puerto Parry, hoy Destacamento Naval Luis Piedra Buena). Un par de ellos estaban bastante enojados de que no hubiésemos ido a buscarlos la noche anterior. Parecía como si no nos creyesen que habíamos estado en medio de un temporal, para ellos llovió un poco y no había pasado nada mas. De cualquier forma habían recibido hospedaje e incluso una cena. La discusión y los reproches continuó por un rato, evidentemente tenía razón Jorge: “Más vale que salgamos a navegar por que esto no da para más ”.

Después de completar 3 viajes con bidones de agua potable y agradecerle al Guardiamarina todas las atenciones recibidas, cobramos el cabo de amarre y salimos a Parry exterior. A medida que nos alejábamos la nubosidad fue menor al igual que el viento. Este solo aumentaba cuando el fiordo se angostaba. Era muy probable que no bien estuviéramos afuera el viento sería bastante suave. Y así fue. Con un oleaje bastante grande navegábamos con viento del SW de unos 15 nudos.

Viramos Cabo Colnett y fondeamos frente a bahía Colnett, donde bajamos a tierra Daniel, “Osito” y yo. Daniel se dedicó a recorrer la playa de piedras de bahía Colnett y con “Osito” caminamos toda la Ensenada Vanega que es de piedra con muchísimos restos de tergopol, madera de arboles, boyas de pescadores, redes y demás residuos dejados por los pesqueros como cascos, botellas de gaseosas, sandalias y un largo etcétera. Pero del mascarón de proa que habían comunicado en mayo del 96 no había ni restos; aunque los restos de naufragio eran abundantes. Pero el lugar no tenía nada que ver con Piedra Buena ni el Luisito. Después de casi 3 horas de caminata volvimos al barco; cruzamos el cabo por la parte mas angosta casi cerca de la isla. El lugar está cubierto por turba y el paso se hace pesado.

El siguiente punto de desembarque fue Puerto Roca. Zarpamos a las 15:30 de bahía Colnett  y a las 16:45 estábamos bajando con el bote. Nuevamente recorrimos la playa que es realmente espectacular. Se trata de una playa muy extendida de arena blanda y suave gradiente. Su extensión es de un poco más de una milla hacia el oeste, mientras que hacia el este de la restinga sigue una media milla. Esta restinga prácticamente divide la playa en dos partes siendo ambas algo distintas. En el extremo Este de la playa hay una importante roquería donde en la época de Don Piedra Buena (1869)  sus empleados hacían aceite a los pingüinos Rey. Cerca de la playa corre un río que da a una laguna de aguas muy negras dado el turbal y rodeado de bosques. El río es apto como para ser navegado por un bote. De restos de naufragios no encontramos absolutamente nada. Solo vimos gran cantidad de fauna y cruzan delante mío 3 nutrias, bastante grandes, en dirección al mar desde donde me vigilan con cierta tranquilidad.

Esta playa de arena era la primera que encontrábamos desde que dejamos bahía Belgrano, en realidad Caleta Baiud. Nos llamó la atención lo a típico de este tipo de costa y como Don Luis Piedra Buena dominaba toda la isla como si fuese solo un lugar para pasear. En esta misma playa dejó 4 empleados suyos el 16 de febrero de 1869 con la consigna de construir un refugio, una casa, toneles para almacenar aceite de pingüinos, un bote y  caminos para arriarlos a los corrales donde los mataban con golpes (palos) en la cabeza.

Como no pudo venir a buscarlos en fecha (19 de junio) los recuperó el 7 de diciembre del mismo año. Es interesante leer el diario llevado por uno de sus empleados (G.H.Gardiner) donde cuenta como trabajaban, las excursiones exploratorias que hacían y como se alimentaban de la carne de pingüino, hasta habían inventado una infusión a base de apio silvestre “con caldo de pinguin”. Por supuesto que hasta el jabón estaba confeccionado con grasa de pingüino. Tenían cabras pastoreando en las islas cercanas. No en Isla de los Estados propiamente dicho.

Don Luis Piedra Buena llama el lugar Pinguin Rockery, luego lo bautizó Puerto Roca en su viaje con el Italiano Giacomo Bove en 1882. Si hubiese naufragado en este lugar lo hubiese comentado o escrito en alguno de sus diarios. Podía ser el lugar pero lo describe tan bien que es imposible asociarlo con el del naufragio del «Espora». También su empleado G.H. Gardiner lo hace.

Extraído por Jimenez Hutton: » En las roquerías donde el siglo pasado vivían miles de pingüinos, hoy no quedan rastros de ninguno. G. H. Gardiner, un inglés que trabajaba al servicio del Comandante Piedrabuena, había desembarcado en esta playa junto con otros 3 hombres para dedicarse a la caza de pingüinos y extraer de ellos el aceite. Las anotaciones de su diario (copiado por Cándido Eyroa) escrito entre el 19 de febrero de 1869 y el 7 de enero de 1870, período durante el cual vivió en la isla, son más que elocuentes: «Hoy hicimos un corral y unos cuantos caminos para arrear a los pájaros niños de la roquería al corral de la matanza. Estos pájaros se arrean lo mismo que una majada de ovejas y después con un palo de 2 pies de largo y un poco más grueso que un bastón se les mata a garrotazos por la cabeza». «Ya se acerca la época de trabajar los pájaros, en este mes engordan mucho. En las dos Roquerías hay como 20.000 pájaros». «En estos días nos hemos estado preparando para matar los pájaros pichones».

La Expedición Italo Argentina

Protagonizadas especialmente por Ciacomo Bove, Luis Piedra Buena y en la parte del Naufragio en Bahía Slogget, la familia Bridges que estaban embarcados invitados. Sucedió entre 1882 y comienzos de 1883. Luego de este informe con los dibujos realizados de la Misión Anglicana en Ushuaia y la necesidad de poner un faro que pedía Luis Piedra Buena y comentaba que el lugar era apto para cárcel (Isla de los Estados) en 1883 el Congreso Argentino aprueba la Expedición al al Atlántico Sur. Se le da el mando al Comandante Luis Piedra Buena pero este fallece el 10 de agosto de 1883. El mando pasa al Comodoro Augusto Lasserre. Llegan a Isla de los Estados e inauguran el faro el 25 de mayo de 1884, construido en parte con mano de obra de presos.

Recién en Octubre se dirigen a la bahía de Ushuaia y se iza por primera vez la Bandera Argentina. Todo en un año y pocos meses. Gracias al Congreso, el Presidente A. Roca y la Armada Argentina.

Me pregunto: «¿Que bandera estaría flameando si no hubiese sido de esa forma?»

Vale la pena el buen resumen publicado por Tecpetro.También escrito por Jimenez Hutton:

«El padre De Agostini visitó la Isla de los Estados en 1912 en el transporte Piedrabuena (sic) y, fiel a su estilo, hizo en sus libros un relato pormenorizado de aquel viaje y de cuanta información tenía del lugar. «En 1881 fue minuciosamente explorada esta isla por la expedición ítalo-argentina capitaneada por D. Santiago Bove y coadyuvada por los profesores Lovisato, Spegazini y Viciguerra y por el alférez de navío Sr. Roncagli, que permanecieron en ella casi 2 meses, fijando como base y centro de sus excursiones Puerto Roca. Los trabajos hidrográficos, muy difíciles y peligrosos, los llevó a cabo con suma diligencia el Sr. Roncagli. Más de 30 montañas, que se creían inaccesibles, fueron exactamente medidas con barómetros Fortín y aneroides. Ninguna de las más altas cimas dejó de sentir el martillazo del geólogo, y los montes Richardson, Foster, Génova, Buenos Aires, Roma, Buckland, Fitton, etc. encierran entre los detritos de sus cumbres recuerdos de la visita italiana. El capitán Bove y el profesor Lovisato hicieron por tierra y a pie dos travesías largas y difíciles; la primera desde Puerto Roca a Puerto Cook, y la segunda, desde éste puerto al de S. Juan». Giacomo Bove fue un marino, geógrafo y explorador italiano nacido el 23 de agosto de 1852 en Piemonte. Había participado de la expedición del sueco Nils Nordenskjöld que en 1878 había cruzado el paso del Nordeste y llegado hasta la latitud 81º 42′ Norte en el Vega. De regreso de este viaje planeó hacer una expedición a los mares australes con la ambiciosa intención de explorar la Tierra del Fuego y la Antártida, lo que despertó el interés del Gobierno Argentino, quién se propuso apoyarlo. La nave capitana de la empresa fue la Cabo de Hornos, que estaba al mando del Comandante Piedrabuena. Sin embargo, pareciera que las relaciones entre Bove y Piedrabuena (sic) se fueron deteriorando con el correr de la expedición. Sugiere Caillet Bois que «Bove tuvo una falta de tino que sin duda contribuyó a enajenarle la simpatía de (nuestros) marinos… Bove, por su cuenta, impuso a los accidentes secundarios cantidad de nombres de personajes italianos, no sin sorpresa, seguramente de nuestro desprevenido Piedrabuena, que se encontró de la noche a la mañana con el peñón de su propiedad así trajeado en exótica indumentaria». Fue Bove, sin embargo, quien cambió el nombre de Rockery Penguin por el de Puerto Roca, en homenaje al presidente argentino que había apoyado la expedición. Piedrabuena (sic) y Bove se separaron en Punta Arenas, donde éste último adquirió la goleta San José, que después naufragaría en la Bahía Slogget. Bove, relata así aquel difícil trance: «El marinero Howard se dejó valerosamente atar al timón; dos cuchillos desnudos fueron colocados cerca de él, con los que pudiese cortar las ligaduras apenas fuera inútil su oficio. No podré jamás olvidar al bravo Jemmy adherido al timón, con los ojos en el que mandaba la maniobra, repitiendo palabra por palabra las órdenes que se le daban… Fueron momentos de agitada expectativa los que pasamos entre la largada del anda y el choque de la nave contra la tierra… » E. Lucas Bridges, todavía un niño, fue testigo de ese naufragio por estar embarcado con su padre y su hermano en la goleta (a la que menciona con su viejo nombre de Golden West): «El timonel, que había sido atado al timón y tenía un cuchillo para soltarse, pasó corriendo al lado nuestro y saltó a tierra con gran estilo. Cuando llegamos a la proa, mi padre me cogió de las muñecas y me sostuvo en el aire lo más lejos posible de la borda. Caí en un mar revuelto de algas, piedras y espuma; en seguida me agarraron y arrastraron hasta un lugar relativamente seguro al píe del acantilado. Mi padre y Despard, los únicos que quedaban a bordo, se hallaban ahora en gran peligro… Mi padre enrolló alrededor de su brazo una cuerda que colgaba del palo del trinquete, y con Despard asido a él se descolgó hacia la playa, pero sólo Despard cayó bien… Al volcarse nuevamente el barco hacia la orilla, mi padre describió una amplia trayectoria y llegó a salvo a la playa». La expedición ítalo-argentina tuvo, sin embargo, un balance muy positivo: «Dejaron material e informes sobre fauna, terrestre y marina, flora, estructura geológica de la Patagonia, etnografía y meteorología, mareas, lluvias, orografía, altura del suelo, aguas potables, salinas, etc. Estudiaron a los indios fueguinos, principalmente a los yaganes, sus armas, utensilios, etc… Pero hay otra consecuencia muy importante. Era inútil que Luis Piedrabuena expresara la necesidad de levantar faros, anclar balizas y crear delegaciones y subprefecturas en los puertos del sur.. Pero lo dijo Bove y comenzaron las órdenes… «

Por Carlos Pedro Vairo: Quiero aclarar que en realidad ya estaban ingresados al Congreso los proyectos, pero al tener tanta publicidad la colonia evangelizadora, con cabañas, chacras, escuela, depósitos, embarcación, etc., que dio un fuerte impulso. Recordando a Malvinas, diría yo.