CALETA FALSA

ESTANCIA POLICARPO

En Península Mitre, de sur a norte, está la Caleta Falsa en referencia por Caleta Policarpo un poco más al norte. Aquí se pueden hallar 3 naufragios. Detallaremos el del DR Hansen y la barca lobera de Brisbane dejando para otro capítulo el de la Purísima Concepción (veamos que mentiras copian o escriben).
En esta estancia casi toda la madera usada provenía de naufragios, pisos de los galones, la carretilla etc, etc.
Las fotos son de 1989 y 2010. Nótese la poca o casi nula profundidad de la caleta. Donde vemos 2 tambores oxidados son boyarines para amarre de buques para cargar lana. Esta estancia se fundió cuando la ARA dejo de prestarle apoyo hacia 1973. Fue hacia 1947 que un Presidente se le ocurrió que Tierra del Fuego debía ser productiva y cerró el penal y dio tierras en concesión para ser trabajadas. Después vinieron los otros y destruyeron todo.
Dos naufragios en zona de Caleta Falsa:

Barca lobera
En febrero de 1830 naufraga en los alrededores de Caleta Policarpo (58º 30´ S) el buque lobero de los Sres. Brisbane y Bray. El barco había sido arrojado a la costa por un temporal del norte mientras sus hombres se dedicaban a la caza de lobos en los alrededores de Caleta Policarpo. Tenía treinta tripulantes armados. El Sr. Brisbane ya había naufragado en Georgias y, con los restos del naufragio y la madera que llevaba a bordo para reparaciones o construcciones de botes balleneros o chalupas, construyó una que le permitió navegar hasta Montevideo con sus compañeros. Las únicas herramientas que tenían a disposición eran la hachuela de tonelero y sierras.
En esta ocasión también construyeron una chalupa con los restos y el 1º de mayo pudieron salir de su fatal destino y llegaron, medio desfalleciendo, a las Malvinas el 7 de mayo. El relato del diario está en “Un náufrago por esas zonas”.

Dr. Hansen
En Caleta Falsa, Península Mitre, naufraga esta fragata alemana en Octubre de 1874 y los tripulantes son rescatados por Don Luis Piedra Buena. En ese operativo el cúter “Luisito” queda en seco y, por el oleaje, comienza a pegar severos golpes contra las piedras. Casi se convierte en náufrago también él. En el Apéndice 5 transcribimos el diario de Don Luis Piedra Buena, en donde explica cómo realizó el rescate de los náufragos. Sólo con ese relato queda demostrado que se trató de un hombre superior a sus pares.
Vemos el relato de DON LUIS PIEDRA BUENA:
Luis Piedra Buena y el naufragio del “Doctor Hansen”, según su diario

El salvamento de la tripulación del “Dr. Hansen” (1874). Por Cándido Eyroa, tomos II y III (1883 y 1884).
Punta Arenas, septiembre 1º de 1874. Salimos con destino a Santa Cruz, conduciendo a la familia de Ruedas para dicho punto.
Hoy 14, viento Oeste moderado entramos a Santa Cruz. Encontramos fondeado al Bergantín argentino Chubut.
El 15 por la mañana fui para la Isla (Pavón), lo encontré todo como el diablo.
Navegaba casi constantemente entre Punta Arenas, Isla Pavón (Santa Cruz) y la Isla de los Estados, es decir, entre sus establecimientos. Así, en navegación hacia la “Isla” encuentra a los náufragos del bergantín Dr. Hansen.
Ría Coy. El 6 de octubre a las 9h. a. m. salimos para Statenlaud (Isla de los Estados) con viento NO moderado. Por la mañana calmó y siguió calma hasta el día 8 a las 9 h. a.m. El viento vino al Sur tan fuerte que me obligó a entrar a Coy Iubet. Por fin tuve suerte en poder hacerlo, porque este puerto Fitz Roy no lo recomienda y yo perdí cuatro hombres que quisieron entrar con la lancha Julia, la cual se hizo pedazos. En este viaje he encontrado en tierra restos de la lancha y del bote.
El 8. Tomé el bote, a marea baja y fui a sondear y sacar un plano por ángulos. Encontré que hay comodidad para 5 o 6 buquecitos de 12 pies, sin riesgo de vararse y muy abrigado. El fondo, arena, en tres brazas, NNW de la Punta del N, NE de la punta baja del Sud y OSO de la Isla. Más no encontramos agua y casi ni pasto, en aquellas inmediaciones. En tres lances agarramos un solo pescado, róbalo muy grande. Creo que ha sido por falta de la malla de la red. Vimos el esqueleto de un pescado, con forma de tonina pero tendría como cuatro pies más de largo que las que yo he agarrado. Los dientes tan grandes como los de un lobo marino y separados, no como la tonina que los tiene pequeños y uniformes a lo largo de la carretilla y que muchas veces los he usado para peinarme.
Hoy 9. Salimos y siguió calma. Al fin pude entrar a Gallegos para proveerme de agua y pasto para las chivas que llevaba a la Isla del Estado. El tiempo siguió lo mismo.

Bahía Policarpo. Los náufragos del “Dr. Hansen”
Octubre.- El 24 sopló muy fuerte ESE. Como a las 8 de la noche quedó calma, nosotros estábamos en 12 brazas de agua pero siempre porfiando para afuera. A las 12 h. teníamos 27 brazas. Hubo un poco de viento y a las 6 h. a. m. teníamos 16 brazas, siempre con la proa para afuera, a esta hora viento SE fresco. Vimos tierra y dí fondo detrás de una punta que me reparaba.
26.- Entramos en Policarpo. Como a las 10 h. vimos un marino parado en la cima del cerro. En el momento mandé el bote y supimos por él que había naufragado el Bargantín alemán Doctor Hansen.
El 27 vino el capitán con el piloto y pidió que los sacáramos del peligro en que estaban. Ellos se habían perdido en la noche del 24 y a las 2h. El buque estaba completamente deshecho. Habiendo naufragado en un paraje tan malo, milagrosamente se salvaron, sin provisiones, ni ropa, ni armas para defenderse de los indios caníbales de la Tierra del Fuego. Aunque mi barquito era tan pequeño, de capacidad 12 toneladas, con ocho hombres a bordo y además los animales caprinos le pregunté si podrían quedar en cubierta algunos de los náufragos y me dijo que sí.
Al otro día, al salir el sol del 28, el cúter Luisito estaba a dos millas afuera del Río Policarpo. Los náufragos estaban a 7 millas al ESE. A las 8 dí fondo en Bahía Falsa. Cuando íbamos entrando vimos como bajaban a la señora del capitán, con pedazos de cordones de cabo de 3 pulgadas, de un barranco perpendicular de 45 a 50 pies de alto y lo mismo hicieron con el niñito Federico Ruge, de seis años de edad, que con ésta ya había naufragado tres veces, con su mamá y su papá. Se parecía mucho a mi Luisito.
A las 10 h. estuvimos todo a bordo. Quisimos salir pero la Bahía es muy mala, sin abrigo al Norte y el mar muy fuerte. Esperé que ésta empezase a bajar y lo varé (al Luisito) para no estropearlo o que se rompiese. Al venir el día empezó a golpear muy fuerte. El capitán me conversaba, la señora lloraba y yo reflexionaba de la manera que lo había construido. Me acordaba de cuantos pernos y cuadernas le había puesto. Al fin le contesté al capitán que con la madera de su buque y la que quedase del Luisito haríamos otro aunque fuera más chico. Y quedó muy consolado.
29.- Todo el día estuvo calma. Fuimos al buque perdido (Dr.Hansen) pero no veía más que escombros entre los socavones. Yo no me animé a pasarlos porque eran como zanjones de piedra de vara y media de ancho y de 25 a 30 pies de profundidad, por donde el mar entraba y salía con tanta fuerza que cuando golpeaba en el fondo producía el ruido de un gran cañón. El buque se perdió en el paraje más peligroso de estos pedregales y salieron todos bien por pura suerte. Creo que si hubiese sido de día algo hubiese sucedido.
Hemos estado en más de una oportunidad en el lugar y es tal cual la descripción de Don Luis. Dichos socavones son de terror y cuando golpea el mar, además del ruido, sale un chorro que parece géiser. Hasta 1989 se podían encontrar muchos restos de buques naufragados e incluso el casco de la estancia, construido en Caleta Falsa, tenía muchas partes de barcos, como las vergas para postes, los herrajes para colgar carne o fardos de lana y la madera de las cubiertas como pisos.
Por otra parte, pensemos en qué clase de hombre de mar sería Luis Piedra Buena que, mientras golpeaba en las piedras con el “Luisito” –construido con partes del “Espora” luego de naufragar—, consoló al capitán del Dr. Hansen diciéndole que no se preocupara dado que con los restos de su buque y el “Luisito” podían hacer otro. Un verdadero superhombre.

Desembarco en la Isla de los Estados y viaje de veintidós días a Punta Arenas
30-10-1874.- Viento NNO. Tiempo muy cerrado. Salí con este tiempo a dejar mi tripulación en la Isla de los Estados y tuve tanta suerte que cuando vimos de entre la neblina la tierra, estábamos en medio de las dos puntas. Pasamos sin novedad alguna en mi cachuchito esas inmensas correntadas, donde he visto a mi Espora yéndose a pique, buque de 157 Ton., confundido por el mar. Es el paraje en que al Gran República, buque de cuatro palos de cubierta sin tocarle la borda ni las casas. Le quebró baos de 36 pulgadas.
31.- Tiempo muy fuerte y no pudimos entrar al río (Debe de tratarse de Bahía Franklin, dado que tiene un importante río al cual se puede entrar con marea baja con un cúter de 11 metros sin problema. El río puede tener una profundidad de unos tres metros en su desembocadura. Por otra parte, el lugar está plagado de cabras, restos de naufragios e incluso una embarcación de unos 8 metros de eslora hundida en el río. Pareciera ser un barco pesquero bastante antiguo. Ninguna otra bahía de la isla tiene un río de esas características), pero pusimos las cabras en tierra.
1º de noviembre.- Dejamos a todos en tierra. Empezamos a prepararnos para el viaje.
5.- Salimos en la tarde y cruzamos a Bahía Falsa. Dimos fondo al otro día por la mañana. Los vientos eran del NO, asi es que no pudimos salir hasta el 10. Desde este día no llegamos a la Colonia hasta el 22, en que desembarcamos todos con felicidad. Había dejado 7 hombres de mi tripulación por no tener cabida en mi cúter. El Gobernador de Magallanes me recibió muy bien, y a los náufragos les dió pasaje y todos los auxilios que precisaron.
Yo quedé haciendo esfuerzos para alistarme a ir en busca de los que había dejado en la Isla (Estados), que quedaron, como otros náufragos, esperando mi regreso y que sólo confiaban en que yo iría a buscarlos, que era lo que les había prometido.”
Para una corta navegación desde la “Isla” hasta Punta Arenas tardó veintidós días, debe de haberle tocado bastante mal tiempo. Fue a buscar a los siete hombres que había dejado, pero se quedó con ellos hasta marzo cazando lobos marinos.
En julio de 1876, el embajador del Imperio Alemán hace llegar una nota al Gobierno Nacional en la que su monarca reconoce el altruismo del capitán Luis Piedra Buena al salvar a los náufragos del “Dr. Hansen”. Como prueba de ello, le remite un catalejo con una dedicatoria grabada.