DUCHESS OF ALBANY

1989 DUCHESS OF ALBANY. EXPEDICIÓN PENÍNSULA MITRE. RELEVAMIENTO DE NAUFRAGIOS.

Vemos en algunas fotos como estaba este buque naufragado en 1893, el 13 de Julio. Detalles de cómo el ancla estaba asegurada por cadenas en la proa y la caja de anclas completa muestra que tal vez nunca pudieron realizar la maniobra dado que fueron sorprendidos en plena noche por la rompiente. En la galería anterior de 2014 vemos el fondeo, trataron de hacer algo.

Un poco de historia (solo para los que quieran profundizar):
El «Duchess of Albany»
En la investigación realizada por Oscar Pablo Zanola, que bucea en documentos inéditos, es interesante resaltar distintos puntos:
a) Cómo fue el naufragio del «Duchess of Albany».
b) Cómo se rescató a los tres grupos en que se habían dividido los náufragos.
c) La relación con los indios Onas.
d) La capacidad de Ushuaia para prestar ayuda.
e) Lo publicado por distintos medios sobre el naufragio.
f) Como conclusión, el desconocimiento general y la confusión total existente hasta que se realizó la investigación.
Pero ahora veamos, en resumen, lo investigado:
El National Maritime Museum de Greenwich comunica: «…este mascarón proviene del buque de vela con casco de hierro construido en 1884 por T. Royden e Hijo de Liverpool para la Compañía W&R Wright. Tenía dos cubiertas. Su desplazamiento era: 1793 bruto y 1746 (ton). Número oficial 91162. Dimensiones: 253 pies (eslora), 40,3 pies (manga), 23 pies (calado), popa 45 pies, francobordo 5 pies y 1/2 pulgadas».
«En 1892 pasó a la dirección de R. Hamilton de Liverpool, quien actuaba como administrador».
«Naufragó en la costa de Tierra del Fuego, en la Isla Policarpo el 13 de julio de 1893».
«Recibió su nombre por la Duquesa de Albany, esposa del Duque H. R. H. Leopoldo, cuarto hijo varón de la Reina Victoria.”
“Se llamaba Princesa Helena Federica Augusta, hija del Príncipe de Walbeck y Pyrmont.»
«El capitán se llamaba J. Wilson y asumió a su cargo en este buque en 1884…»

Del buque, además del mascarón de proa rescatado por el Museo del Fin del Mundo, queda entre otras cosas un libro que fue donado al Museo del Fin del Mundo por la señora Clara Bridges de Goodall titulado «Lord Macaulay’ s Essays and Lays of Ancient Rome» y que fue encontrado por un integrante de la familia en el buque encallado. En su primera página se puede leer «John Wilson. Ship Duchess of Albany. Belfast 1889»; evidentemente se trata de un libro de la biblioteca del capitán.
El Maritime Museum de Greenwich adjunta un documento interesante: una publicación de la «Gazzeta Naviera y Sumario Semanal» del 22/9/1893. Esta nota menciona carga, destino y tripulación del buque, además del accidente.
«Duchess of Albany. Punta Arenas, Estrecho de Magallanes, 17 de agosto. El Duchess of Albany de Liverpooll Desde Río de Janeiro para Valparaíso en lastre, varó cerca de la Caleta Policarpo, costa de Tierra del Fuego, el 13 de julio durante una neblina y llegó a ser un naufragio total. La tripulación desciende y la siguiente mañana el capitán, oficiales y otros siete hombres prosiguieron en uno de los botes, y arribaron a Bahía Thetis el 16 de julio. El resto de la tripulación rehusó a ir en los botes, prefiriendo ir por tierra, guías e indios fueron enviados desde Bahía Thetis a buscar a esos hombres, pero ellos solamente encontraron a uno sólo, que se había separado del resto…»
«…Duchess of Albany. Punta Arenas, Estrecho de Magallanes. 17 de agosto. Un arreglo ha sido hecho con el ‘Amadeo’ para salvar del buque ‘Duchess of Albany’ por un 80% de los productos netos, salvados; sin cura no paga. El ‘Amadeo’ saldrá en pocos días y también andará por la costa para buscar a los 16 hombres perdidos, quienes se espera ahora hayan llegado a Bahía Thetis. El capitán y 11 hombres, proseguirán hacia Inglaterra en el Vapor ‘Britania’…»

Periplo hasta Bahía Thetis
En esa época, tanto en los avisos a los navegantes como en los derroteros y en las publicaciones que se leían en los puertos de todas partes del mundo, aparecían las novedades y en especial todo aquello relacionado con la seguridad del hombre en el mar y, por supuesto, con los naufragios. Así es como el capitán del buque sabía perfectamente que el Gobierno Argentino había establecido un destacamento en Bahía Thetis. También sabían que existía la estación de salvamento en San Juan de Salvamento. Así es como, luego de que se cerrara la de Bahía Thetis, muchos náufragos se refugiaron en las construcciones abandonadas pensando que allí iban a poder ser socorridos.
Según la noticia publicada por la «Gazzeta», el capitán y algunos de sus hombres fueron hacia el destacamento (Subprefectura) de Bahía Thetis. Navegaron por casi tres días. En realidad, no son muchos días ni tampoco mucha la distancia. En esta zona uno de los mayores problemas es la amplitud de marea que deja cientos de metros de restinga durante la baja mar; en pleamar casi pega contra los acantilados. Otros grandes problemas en invierno son la baja temperatura y las pocas horas de luz, pero esto era habitual para los marinos del Mar del Norte. Una gran ventaja es que durante la estación invernal las calmas son más frecuentes y las tormentas muy espaciadas. Lamentablemente, no tenemos ningún relato sobre cómo fue la travesía.
La publicación de la Gazzeta nos dice que el resto de la tripulación se rehusó a acompañarlos en los botes. Prefirieron iniciar por tierra el camino hacia la Subprefectura. No bien arribó el bote desde el destacamento enviaron guías y hombres para brindar ayuda a los náufragos, pero sólo encontraron a un hombre que se había separado del resto.
Nuevamente al referirnos a lo publicado por la «Gazzeta» vemos que recién después de treinta y seis días de ocurrido el naufragio el vapor «Amadeo» (propiedad de Don José Menéndez) iba a salir a buscarlos; además de intentar rescatar lo máximo posible del «Duchess of Albany». Por último, nos informa que el capitán y los once hombres que lo acompañaban en el bote proseguirían su viaje hacia Inglaterra en el vapor «Britania» que ya los había embarcado.
Es interesante detenerse en el siguiente documento, rescatado por el investigador. Se trata de parte de una nota enviada por Juan Lawrence, que estaba a cargo de la misión, a la South American Missionary Society de Londres. La transcribimos porque, además de la noticia bastante escueta del arribo de los náufragos, nos muestra con un poco de color cómo se los recibía y qué se pensaba de ellos.
«S.A.M.S 1893 – Pág. 167 (Juan Lawrence escribe desde ‘Ooshooia’, Agosto 16, 1893): «…Mientras el buque a vapor argentino ‘Villarino’ se encontraba aquí, el ‘Golondrina’ trajo a Ooshooia al capitán, dos oficiales y diez de los tripulantes de un buque que recientemente se había perdido en la costa Noreste de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Todavía faltaban dieciséis de los hombres, habiendo preferido caminar hasta la Subprefectura argentina en Bahía Thetis, en vez de ir en los botes en compañía de su capitán. Esperamos que encuentren a algunos de los nativos civilizados que le conduzcan hasta la Colonia.»
«Tuvieron catorce días de exposición a la inclemencia del tiempo, noche y día, sin refugio alguno y muy poca comida. No nos sorprende que algunos sufrieron de tener los pies congelados…»
«Vieron algunos de los nativos (los onas) pero felizmente eran amigables, a pesar de que los marineros temían, sabiendo que en cualquier momento podrían ser rodeados por una banda hostil de indios incivilizados. Describiendo su manera y apariencia, los náufragos hablaron de sus sentimientos de gratitud cuando los nativos mostraron signos de amistad para con ellos. Al principio creyeron que eran patagónicos, porque apenas podrían darse cuenta de que habían sido arrojados sobre la costa Tierra del Fuego…»
«Nos da algo de estímulo el saber que podríamos ser instrumento en las manos de Dios al hacer algo de bien a los tripulantes náufragos, quienes en tales circunstancias necesitan especialmente la ayuda y simpatía de alguien, que nosotros como gente cristiana siempre estamos listos para dar. Tales oportunidades nos alegran, no sólo por mostrar algo de hospitalidad, sino por tener el privilegio de hablar la palabra para Jesús. Fue con placer que le dimos la invitación a atender nuestros servicios, lo cual hicieron; y durante su corta estadía en Ooshooia tuve la satisfacción de visitarlos en la costa norte en la ‘Gobernación’. Tal vez nunca sabremos que bien puede resultar de un poco de conversación sencilla aún con tales hombres, quienes quizás pocas veces vienen en contacto (durante su largo viaje) con alguien espiritual. El buque a vapor argentino ‘Golondrina’ se está preparando para llevarlos a Sandy Point. Recién les hemos dado otro pequeño placer al invitarlos a un té sencillo con nosotros y algunos de los nativos en el aula, lo cual gozaron; y antes de partir cantamos algunos himnos de Sankey, ‘Pull for the shore, sailor’ y ‘God be with you still we meet again’. Expresaron desde su corazón su gratitud por el interés que habíamos tenido en ellos y dijeron que se acordarían siempre de la S.A. Misión en Ooshooia en Tierra del Fuego…»
El 5 de setiembre de 1893, el misionero Juan Lawrence envía a Inglaterra otra nota donde comenta el arribo al puerto de Ushuaia del remolcador «Amadeo», que transporta catorce de los dieciséis náufragos perdidos.

Una Ushuaia desabastecida y casi inoperante
Oscar Zanola rescata otro documento de interés. Se trata de una nota del capitán del «Amadeo» al Gobernador del Territorio en la que da aviso de la situación en que se encuentra al arribar a puerto el 28 de agosto de 1893:
«A bordo del vapor chileno ‘Amadeo’, puerto de Ushuaia, a 28 de agosto de 1893. Sr Gobernador interino del Territorio Tierra del Fuego, Don Adrían Busto.”
“El que suscribe capitán del vapor chileno ‘Amadeo’, de propiedad de Don José Menéndez, a V.S. con el debido respecto expone.»
«Que en la noche del 26 al 27 del corriente fui sorprendido por un fuerte temporal del Norte en Bahía Thetis, el cual túvome a punto de zozobrar a no ser la ayuda Divina que vino en mi auxilio. Por estas razones y encotrándome desprovisto de los elementos indispensables para continuar la navegación y regresar al punto donde se encuentra perdida la fragata Duchess of Albany a fin de dar el salvatage de que estoy comisionado, es que en derribada a este puerto vengo a V.S. a pedir como única autoridad en este Territorio, me facilite en lo posible tres grilletes de cadena, un ancla y un bote, puesto que el fuerte temporal sufrido desmanteló mi buque, llevándose pescantes, botes y me obligó a picar cadenas perdiendo por lo tanto las anclas.”
«A más Sr, ruego a V.S. quiera hacerse cargo de trece náufragos pertenecientes a la misma fragata encontrados a inmediaciones de Bahía Thetis y transportarlos se fuera posible a el puerto de Punta Arenas, a los efectos que V.S. crea convenientes.»
«Sin otro motivo espero de V.S. quiera acceder a lo solicitado aceptando los ofrecimientos de mi más alta consideración.»
«Firmado S. Mustielich, Capitán del Vapor Amadeo…»

Como podemos ver en esta nota el puerto natural de Bahía Thetis puede ser una trampa mortal. Es una bahía abierta al norte y al este; para el resto de los cuadrantes es protegida. No es raro que en cabo San Vicente, que forma parte de la bahía, existan dos grandes clíperes como el «Duchess of Albany» y el Amadeo, veterano de estos mares, que quedó muy maltrecho sólo por estar fondeado en el lugar.
En el siguiente documento –una nota del Gobernador a las autoridades nacionales con referencia al naufragio y al pedido del capitán del «Amadeo»— podemos ver el grado de ineficiencia en que estaba Ushuaia para aceptar náufragos (sólo trece) o brindar apoyo a buques. No es este el único documento que refleja situaciones como estas que realmente dan vergüenza y lástima. Evidentemente el Sur existía gracias a hombres como Don Luis Piedra Buena o el General Julio A. Roca, pero para el resto…
«Ushuaia, setiembre 9, 1893.
«Señor Ministro del Interior.
«Tengo el honor de llevar a su conocimiento de ese Ministerio, que con fecha 28 de agosto ppdo, arribó a este puerto el vapor chileno ‘Amadeo’ conduciendo trece náufragos resto de la ex-tripulación de la fragata inglesa ‘Duchess of Albany’ que zozobró a mediados del mes anterior en Bahía Policarpo.»
«Como el vapor ‘Amadeo’ no pudo seguir viaje a Punta Arenas, por las razones que expuso el capitán en nota que en copia fiel adjunto, esta Gobernación dispuso inmediatamente proveer lo solicitado que zarpara para Punta Arenas el vapor nacional ‘Golondrina’, surto en el puerto de esta capital conduciendo los náufragos y poniéndose a disposición del Señor Cónsul de la República Argentina en Punta Arenas.»
«La Gobernación Señor Ministro, no podía continuar por más tiempo auxiliando los náufragos, por falta de víveres y local para alojarlos, viéndose obligada a utilizar las raciones que el presupuesto acuerda para el personal fijo, quedando por lo tanto escasa de víveres y obligada a recurrir al crédito que tiene en el comercio de esta plaza.»
«Los auxiliados Señor Ministro han sido atendidos durante doce días por no haber podido el vapor ‘Golondrina’ zarpar tan pronto como se le dio la orden.»
«Saludo a V.E. con mi más alta consideración (Firmado Adrián del Busto)»

Los náufragos y los indios
A este punto de lo expuesto podemos ver que faltaban dos hombres. El mismo investigador nos esclarece lo sucedido con uno de ellos que se unió a un grupo de indios, mientras que del restante, vaya a saberse que pasó con él. Del libro «Los Indios de Tierra del Fuego”. Tomo 1º, volumen II. “Los Shelk’ nam”, de Martín Gusinde; págs. 790/791.
«…Durante la última ceremonia de Klóketen me contó Tenenesk lo siguiente: Mi primera esposa vivía aún cuando un barco fue arrojado por la tormenta a la costa oriental de la Isla Grande. Un oleaje tan alto como en aquel entonces nunca más se vió! El barco se quebró en dos. Mucha gente pudo ponerse a salvo nadando hacia tierra. Nosotros les dimos carne, pues no tenían nada que comer. Al cabo de cuatro días llegó otro barco y todos los blancos se fueron con él. Sólo uno se quedó, un hombre joven, alto, de tez clara. Le gustaba estar entre nosotros, por eso no se fue con los otros. Desde entonces vivía con nosotros y aprendió a hablar nuestra lengua. Más tarde quiso tomar una esposa shelk’nam. Nosotros lo apreciábamos y estábamos de acuerdo que eligiera aquí una mujer. Pero antes de ello debía ser primero un Klóketen. Cuando nos reunimos nuevamente para las ceremonias secretas, esta vez junto al Lago Fagnano, ese europeo también vino con nosotros y participó como Klóketen.”
“Muchas lunas ya estábamos reunidos en la Choza Grande. Aún no había concluido el festejo, cuando el blanco murió. Allí mismo lo enterramos. Había sido un hombre bueno. Justamente por eso le permitimos vivir entre nosotros y tuvo que ser un Klóketen. Nunca antes los ancianos habían permitido que un Koliot pisara la Choza Grande. Si alguno se hubiera acercado a ella, hubiera sido ultimado. Pero toda la gente estimaba a este hombre bueno! Por consiguiente aquel inglés, cuyo nombre no se llegó a conocer, fue el primer Klóketen de origen europeo. No se protocolaron los conocimientos y la comprensión que puede haber adquirido durante aquella celebración. Su favorable disposición de carácter, unida a una conducta intachable, lo habían recomendado a toda la tribu como persona digna de confianza…»
Luego, en nota de pie de página, el autor realiza el siguiente comentario: «Sin lugar a dudas se trata de aquel inglés que después del naufragio del ‘fine English ship, the Duchess of Albany, on the north-coast of Tierra del Fuego…had gone away with the Ona Indians…’, como lo informa Lawrence con fecha 5 de setiembre de 1893 (S.A.M.S. XXVII, 183; Londres 1893). El accidente había ocurrido durante el invierno de 1893…»

Distintas versiones sobre el «Duchess of Albany»
Como para terminar este apéndice, y como nota de color que ayude a comprender desde qué estado de confusión parte el investigador de estos temas cuando toma como ciertos trabajos ya publicados, veamos los siguientes ejemplos. Vale la pena aclarar que no siempre es así y que, en realidad, gran parte de lo publicado está bien investigado.

En su libro «Algunos naufragios ocurridos en las costas chilenas» (1894), comenta Don Francisco Vidal Gormaz:

Una Fragata
«El capitán de la fragata inglesa ‘Knight of the Garter’, que arribó a Valparaíso el 24 de abril de 1894, procedente de Cardiff, comunicó a la autoridad marítima que el día 7 del mismo mes vió una fragata encallada sobre una roca, cerca de tierra, en 54º 36’ de latitud sud, al oeste del cabo de San Diego, en el estrecho de Le Maire. El buque era del porte de 1.600 toneladas de registro, y (sic) supuso que no harían muchos días que estaba encallado.”
“La arboladura se hallaba completa, menos los masteleros de velacho y de sobremesana, que estaban rotos. El buque estaba pintado de negro, pero no dice cuál fuera su nacionalidad, ni el nombre de la nave, que tal es todavía el descuido con que se mira la estadística de los siniestros marítimos entre nosotros»(pág.702).

Una Fragata
“El capitán Greve de la fragata ‘Aconcagua’, que entró al puerto de Tocopilla el día 3 de julio de 1897, comunicó haber avistado el día 2 de junio del mismo año, a las 11 a.m, un buque encallado en tres millas al oeste de la Bahía Policarpo. Estaba pintada de negro, tenía su arboladura casi intacta; sus palos pintados de castaño claro y de blanco las extremidades de la cubierta.”
«La fragata parecía de construcción moderna, por tener el bauprés de una sola pieza y se hallaba del todo abandonada, por no verse un solo ser humano. En la playa y frente a la nave se divisaban algunos despojos de tiendas de campaña con velas de buques.”
«Parecía que los tripulantes de la fragata hubiesen abandonado el lugar del naufragio en sus propias embarcaciones, pues todo aparecía desolado» (pág.760).

  1. Así también podemos leer en el libro “Treinta años en Tierra del Fuego”, del padre Alberto de Agostini, la narración de uno de sus viajes (1915), por la costa este de la isla, oportunidad en la que pasa por el “Duchess of Albany” y por Caleta Policarpo:
    “…Muchísimas son las naves que naufragaron en estos escollos traicioneros, formados por plataformas rocosas o restingas que desde la costa se prolongan por más de un kilómetro mar adentro (…) algunas de estas naves ya han desaparecido destruídas por el continuo trabajo de las olas, otras en cambio están casi enteras por haber sido arrojadas en seco por las mareas más altas (…) Entre éstas, la que atrae particularmente mi atención, es una nave de tres palos que lleva el nombre de ‘Duchess D’Albania’. Supongo que sea italiana, pero no pude recoger ningún dato de su origen, ni de las causas de su naufragio…”

  2. En el libro “Magallanes en 1925″, nos cuenta el escritor chileno Don Manuel Zorrilla:
    Una Fragata desconocida
    “Un buque inglés en viaje a Valparaíso avistó el 7 de abril de 1894, una fragata encallada sobre una roca cerca de tierra, en 54º 30′ de latitud sur, al oeste del Cabo San Diego, en el Estrecho Le Maire. El buque náufrago estaba abandonado y se ignora su nombre y nacionalidad.” (págs.196-197)

Evidentemente, los errores se van trasmitiendo de un escritor a otro. Por este motivo es interesante el trabajo realizado, más aún cuando el “Libro de Registro de Navegación del Lloyd’s Inglés”, correspondiente a la delegación de Buenos Aires, da un informe con la entrada al muelle de Buenos Aires de un velero llamado “Duchess of Albany” en 1900. Por supuesto, nada tiene que ver con el naufragado en Península Mitre.
(Sus características: 1.- Registro Oficial Nº 95.116; 2.- Nombre de su capitán: J. C. Gubbey; 3.- Número de cubiertas: una; 4.- Año de construcción: 1889; 5.- Compañía de construcción: Scott & Cía. Greenock; 6.- Año de entrada al puerto de Buenos Aires: 1900.