LOS YAGANES Y LAS ENFERMEDADES EN

LA MISION ANGLICANA DE USHUAIA

En 1863 llegó a la isla Keppel como pastor el reverendo Waite H. Stirling. A fines de ese año, Stirling y Bridges viajaron por primera vez a los canales fueguinos. Al llegar a Wulaia se enteraron que la población había disminuido notablemente por una epidemia. Jemmy Button tenía tres hijos. En los cuatro años siguientes muchos yaganes viajaron a la isla Keppel. En 1866 Stirling llevó a cuatro jóvenes yaganes a Inglaterra, uno de ellos era hijo de Jemmy Button y de nombre Threeboy. Esta fue la última noticia que se tuvo de Jemmy Button, que en esa época debía tener unos cincuenta, un anciano.

Vale la pena recordar que en 1859 fue la masacre de 8 misioneros en Wulaia, salvándose Cole, el cocinero, que quedo en la goleta Allan Gardiner. En abril de1860  lo encontró la Goleta Nancy. Volvieron a las Malvinas con Jemmy Button el cual dijo que fueron atacados por la tribu del norte: los Onas.

Es interesante leer como la familia Bridges le echa la culpa a la Expedición del Comodoro Lasserre, cuando 3 años que llegaran los yaganes morían  en tanta cantidad que estaban alarmados en Londres y se publicaba en la revista de la SAMS. También existen referencias sueltas sobre una gran muerte de yaganes por “gripe”. Lo he leído por Gusinde y por Anne Chapman, pero fueron referencias generales. O la famosa epidemia de 1964 que nunca encontré a que se debio.

PANDEMIA YAGÁN (por Cristian Donoso TdF Porvenir)

Este desconocido cimiento de piedras ubicado en caleta Lewaia, (isla Navarino, Chile), frente a la ciudad de Ushuaia y no lejos de Puerto Navarino, data de enero de 1868 y es el vestigio más antiguo de un asentamiento europeo al sur del Estrecho de Magallanes.

Sobre esos cimientos de piedra ajustada el misionero inglés Waite H. Stirling construyó una casa de troncos y techo de corteza, con cuatro habitaciones. En el entorno se construyeron huertos y cercos para el cuidado de cabras que trajo de Malvinas.

Esa fundación sería el principio de una masacre epidemiológica para una etnia que había sobrevivido por más de 6000 años en la zona, y que en tan sólo 3 décadas quedaría al borde de la extinción.

El origen de esta enorme mortandad estuvo en la llegada de enfermedades masivas desarrolladas por poblaciones euroasiáticas a partir de una prolongada intimidad con animales domésticos, gérmenes desconocidos para los yaganes, a los cuales nunca habían estado expuestos, y contra los cuales no tenían, por tanto, resistencia genética ni inmunitaria.

Al año siguiente, la misión anglicana de Lewaia se trasladó a Ushuaia, donde fue creciendo exponencialmente. En 1884, distintas epidemias importadas por misioneros, loberos y otros mestizos y europeos, ya habían reducido la población de yaganes a 1000 personas, un tercio de la población que existía a la llegada de los primeros misioneros.

Sin embargo, lo peor estaba por venir.

A fines de septiembre de 1884 recaló en la bahía de Ushuaia una flota de seis buques de la Armada Argentina, al mando del coronel Augusto Lasserre, para tomar posesión del territorio e instalar una Subprefectura, en cumplimiento del tratado de límites con Chile de 1881. Lasserre funda oficialmente la ciudad de Ushuaia el 12 de octubre.

Cuatro días más tarde, el 16 de octubre de 1884, se desató la catástrofe: una mortífera pandemia de sarampión -patógeno animal, oriundo del ganado vacuno, que evolucionó hasta lograr transmitirse directamente entre humanos y causar epidemias- se extendió por Ushuaia y el canal Beagle, matando a cerca del 75% de los yaganes, es decir, a tres de cada cuatro.

Según Lucas Bridges, hijo del misionero Thomas Bridges: «los nativos cayeron uno tras otros con esta fiebre. En pocos días, morían a una tasa tan alta, que era imposible cavar tumbas con suficiente rapidez.»

Por su parte, el misionero Robert Whaits escribió: “En pocos días, toda la población cayó enferma al mismo tiempo.” «La epidemia se propagó por la costa norte de la isla Navarino, y también allí la playa pronto se cubrió de cadáveres»… «los zorros salían de los bosques y devoraban los cadáveres.» «Un zorro atacó a una mujer moribunda y empezó a devorarla cuando aún estaba viva. Cuando su hijito le lanzó piedras, el animal retrocedió. Al morir la madre, el niño encendió tres fogatas en señal de socorro, y pronto una canoa vino en su ayuda. Una vez que subió a la canoa, el zorro salió nuevamente del bosque, volvió junto al cadáver de la mujer y se la comió». «Entramos (a una choza) y vimos a un pequeñito tendido de espaldas, que aún no había muerto. Me pidió agua, la que le dí. Murió a los pocos minutos.»

El misionero John Lawrence se consuela desde la fe: «…estamos seguros que muchos de los nativos… se han ido a un hogar más feliz. Qué privilegio haber hablado y rezado con ellos, y saber que fueron capaces de expresar su humilde sumisión a la voluntad de Dios… y que lograron tener una alegre esperanza de triunfo y victoria sobre la muerte, mediante la acabada obra de Cristo».

La antropóloga Anne Chapman reflexiona sobre este texto de Lawrence, diciendo: «Después de tanto sufrimiento, semejante «hogar más feliz» y el «triunfo y la victoria», debieron de haberles parecido engañosos a los yaganes sobrevivientes».

A partir de entonces, Ushuaia fue conocida por los yaganes como «Welapatux Waia», que significa «bahía de la mortalidad» (aunque algunos lingüistas lo traducen como «bahía de los asesinos»).

Se ha supuesto que el agente portador de la pandemia estuvo en los enviados argentinos, ya que hasta octubre de 1884 nunca hubo indicios de sarampión en la zona. Sin embargo, ello no ha sido probado, y no se reporta que alguno de los tripulantes de estos barcos haya manifestado síntomas de esa enfermedad, ni antes ni después de su visita a Ushuaia. Darwin se refirió a varios casos semejantes «de propagación de las fiebres más malignas, aunque las personas mismas que causaron el brote no se vieran afectadas».

Hacia fines del siglo XIX, treinta años después de la llegada del Reverendo Stirling a Lewaia, la etnia yagán estaba al borde de la completa desaparición a causa de distintas epidemias, en especial de tuberculosis, sarampión, influenza, tifus, viruela y tos convulsiva, todas enfermedades importadas.

La pandemia de sarampión también se transmitió a los haush, etnia que residía al Este de los yaganes, en la península Mitre. Según Lucas Bridges, existía la «opinión general» de que todos los haush habían muerto de sarampión.

El Dr. Hydes, médico de la expedición Francesa a Cabo de Hornos de La Romanche (1882-1883), declaró: “Los fueguinos no tenían ninguna enfermedad asociada a su raza” y explicó: “cuando los pueblos primitivos se ponen en contacto con los blancos, no son aniquilados por alguna ley fatal o misteriosa, sino más bien porque las enfermedades que traen los pueblos civilizados se desarrollan con increíble violencia en terreno vírgen”.

El estanciero anglo-argentino Lucas Bridges, tercer «nativo blanco» de Ushuaia, en su libro «El último confín de la tierra» (editorial sudamericana, página 131) comenta: «En esa época ocurrió la inesperada visita del coronel Lasserre, de Buenos Aires, y sobrevino la devastadora epidemia de sarampión. ¡Qué cambio se produjo! Caseríos abandonados, huertas invadidas por la maleza, ganado carneado por hambre» …»y lo peor de todo, un pueblo temeroso, debilitado por la enfermedad y asolado por la muerte.»

La “pandemia yagan” no es un evento aislado en el contexto chileno y americano. Se estima que el 95% de los amerindios murieron por la acción letal de los gérmenes euroasiáticos durante los dos primeros siglos desde la llegada de Cristóbal Colón.

Foto tomada durante una travesía autosuficiente en kayak al Cabo de Hornos, enero de 2012, con Claudio Scaletta.

Fuentes: “El Ultimo Confín de la Tierra” (E. Lucas Bridges), “Yaganes del Cabo de Hornos” (Anne Chapman), “Misión al Cabo de Hornos” (Louis-Ferdinand Martial), “Armas, gérmenes y acero” (Jared Diamond)