OBSERVATORIO MAGNETICO

DE ISLA AÑO NUEVO

A 60 millas de la embocadura del Estrecho Le Maire y frente a la Isla de los Estados se alza la Isla de Año Nuevo, la menos abrupta, la menos inaccesible, pero que no por ello deja de aparecer entre las grandes olas del océano, gigantesco, monstruo dormido de la misteriosa inmensidad.

Esta isla forma parte del archipiélago austral y entre las muchas que allí pertenecen a la Argentina es, de todas, la mejor situada. En ella está el faro, en el que desde 1898 (N de R. es desde 1902) donde reside el Sr. José Frigueiro con el cargo de jefe, lo que permite suponer que los once inviernos que ha pasado en el lejano sur le dan el derecho de abrir juicio sobre la agradable temperatura de la isla Año Nuevo, recomendable  a cuantos quieran evitarse las canículas bonaerenses tomándola como isla de veraneo.

El faro de Año Nuevo, es el que mayores servicios presta a la navegación de aquellas costas, por cuanto guía a los barcos que se dirigen a Ushuaia por los canales y los que van a Punta Arenas por el Estrecho de Magallanes.

En la misma isla, ha sido instalado el observatorio meteorológico a cargo de los alféreces de navío y de fragata señores Juan Mihura, Eduardo Lezica y Juan Pastor. El observatorio, uno de los mas importantes de nuestro país y aún para el mundo entero, por su situación y por su género de estudios que en él se hacen, tiene una esplendida instalación de aparatos magnéticos y las observaciones  efectuadas con ellos y reunidas en el ministerio de marina, publicadas dentro de poco tiempo permitirán profundizar el conocimiento que respecto al clima de aquellas regiones se tiene hasta la fecha.

A esta isla, llegan buques de nuestra armada, con provisiones cada dos o tres meses, de manera que la estadía en la Isla Año Nuevo significa un verdadero sacrificio para los jóvenes oficiales a cuyo cargo está el observatorio. El punto más curioso de Año Nuevo, es Punta Pájaros, extremo sur de la Isla en que residen constantemente no menos de 5000 pingüinos y no menos número de lobos marinos.

Nuestras ilustraciones dan una somera idea de lo pintoresco que estos pacíficos animalitos presentan en sus reuniones.

Es algo muy curioso y original verles, como quien dice, agrupados en masas compuestas y como si estuvieran tomando el sol y esperando a que la especialidad que tienen en ellos sus únicos compañeros vayan allí a enseñarles meteorologí, horticultura o cualquier cosa útil o inútil. Que diablos, la cuestión es pasar aquellos interminables aburrimientos en algo que distraiga.