POLUCIÓN,

BASES Y BASURA

Siempre se habla de la contaminación, y que sucede en las bases científicas, para llamarlas de algún modo. Sin ser más papistas que el Papa y sin llegar a la pavada de algunas agrupaciones ecologistas, con su tonta medición de la contaminación del agua cuando la recogían del caño de desagüe cloacal (filmación de 1989), creo que se están haciendo muchas cosas realmente negativas. En realidad estas bases, en un alto porcentaje, son solo excusas para poder tener presencia en un continente que puede llegar a brindar riquezas.

Es el único continente que no hubo que desplazar a un habitante anterior. Sin reclamos posteriores, los gobiernos del mundo proyectan sus ambiciones de poder agrandando sus fronteras. Es as¡ como en la isla 25 de Mayo encontramos bases de Rusia, Chile, Uruguay, Korea, Polonia, Brasil, Perú, China, Argentina y un refugio Yugo – Eslavo, antes un país, ahora dividido en dos. En otras islas cercanas están España, EE.UU., Inglaterra, Francia, Australia y muchos otros que siguen llegando a ocupar un lugar.

         Por suerte cumplen a medias con ciertas recomendaciones como el traslado de la basura que no sea posible procesar, de vuelta al continente de donde salió. Por lo menos eso hace Argentina. Separan papeles, plásticos de los residuos orgánicos y de los metales y vidrios. Vimos como en cada base preparaban durante todo el verano enormes cargamentos (de varias toneladas) para llevarlos de vuelta a la Argentina. También vimos en buques rusos cantidad de motores, generadores y demás equipos obsoletos, trincados en cubierta. Llegaron a Rusia o cayeron en el medio del mar?.

         Con los demás residuos cada país, en realidad cada base, adopta diferentes soluciones. El plástico y el papel, eran quemados. Los orgánicos reciclados; vidrios y metales, al país de origen. En algunas bases compactaban las dichosas latas de aluminio haciendo baldosones para uso local.

         Lamentablemente han quedado muchas bases abandonadas que no fueron levantadas. La excusa es que pueden servir como refugio. En el estado que se encuentran no sirven para nada y solo fue una buena excusa para no gastar plata en levantar una base. Pero cual es el problema de esto? Sucede que tanto los animales que habitan el continente blanco y el hombre, ocupan las pocas partes no cubiertas por hielo. Los primeros para reproducirse, los otros con fines «científicos». Cuando el hombre se retira y abandona una base vuelven los animales. Así es como en Puerto Lockroy (Nota del autor: Ahora Museo e impecablemente limpia, la base inglesa abandonada, esta habitada por una gran colonia de pingüinos Papua. Haciendo uso de un gran sentido de adaptación llegan a armar sus nidos dentro de barriles que en algún momento contuvieron combustible. (Nota del autor: En posteriores visitas me consta que todo esto ha tomado una solución muy positiva y  las estaciones cada año están mas limpias.)

                 Despedida de Decepción.

         Luego de cargar Gas Oil en la base Decepción, dado que teníamos que reponer combustible sin agua, y algunos víveres que nos ofrecieron, además de vino y cerveza, nos preparamos para continuar nuestro periplo hacia la isla Media Luna. En ella se encuentra el Destacamento Teniente Cámara de la Argentina y del cual nos habían dicho que iba a estar desactivado.

         La gente de la base Gabriel de Castilla nos invitó a tomar unas copas como despedida. Así es como luego de cenar en la base Argentina nos fuimos con Corina Risso, jefe de los científicos argentinos y con Marcelo Primo (jefe de la base), a charlar con los españoles. Allí estaban , además de los militares , un grupo de científicos. Corrieron las bebidas: vino, manzanilla, jerez, brandy, whisky, oporto, cerveza y licores varios. El resultado fue el previsible: una alegría generalizada y, por parte de los civiles, demasiado fuerte.

          Por supuesto salieron los temas de siempre: como la lejanía del hogar, el porque de tanta gente regresando año tras año, y el tema de la relación hombres-mujeres y  civiles-militares. Salvo casos aislados todos tienen bien en claro dicha relación y no existen mayores problemas pero siempre se termina en lo mismo: pensando todo lo que uno va a hacer no bien regrese a la civilización. Para Ramón (un vulcanólogo español muy chistoso), tan fan tico de la Opera que los días jueves por la noche se reunían las dos bases a deleitarse con una excelente colección traída de España, la cosa estaba bastante clara. No bien arribado a Punta Arenas iba a hacer lo de siempre: dirigirse a «Casa de Piedra» o  a «Tragotekas» o a cualquier otro antro, para tomar un poco, reírse y hacer bromas al mejor estilo marinero de comienzo de siglo. Con respecto a estos sitios ten¡a un gran repertorio de artimañas y cuentos. Por ejemplo: » Si entras a uno de estos sitios con poca luz y ya has bebido algo de m s, y se te presentan dos o m s señoritas, hombre a no desfallecer: Ante la duda la m s tetuda.»  Siempre haciendo gala de su sentido de humor relataba una experiencia vivida tiempo atrás. Su compañero algo más borracho que él veía doble y no podía calcular cuantas damas se encontraban en el lugar y le preguntó: «Ramón cuantas mujeres ves tú.» «Siendo que yo no me encontraba en condiciones mucho mejores optó por una solución científica: conté las tetas, dividí por dos y saqué que eran 5 mujeres.»

         Así continuó la velada con comentarios de todo tipo y filosofía de estaño. Refiriéndose a sus compañeras de trabajo, y en especial de la simpática Isabella, una Valenciana de 26 años, la cual se dedicaba a pesar pingüinos bebes, con las consecuencias imaginables: «- .. y mira a esta, que va poder pasar, sin tetas y toda cagada por los pingüinos, que v «. Una constante que encontramos en casi todas las bases era que el sentido del humor estaba siempre presente.

         Al día siguiente zarpamos un poco bastante m s tarde de lo planeado. Una última ducha en la base se impuso como condición fundamental. Vaya a saberse cuando contaríamos con otra.

                 Sin motor dentro de un crater.

         Ya todos a bordo un fuerte viento nos hizo garrear. Soplaban m s de 40 nudos del noroeste y nosotros estábamos al socaire de la pared del volcán.

         Arrancamos el motor y nos dirigimos hacia «Bahía Teléfono» (Telephone bay) donde ahora amarran los veleros. En realidad es un pequeño saco cerca de la verdadera bahía que posee ese nombre. Apareció esta formación luego de la última erupción por los años 70. Era de esperar que ahora no se le ocurra cambiar nuevamente de forma.

         Ya muy cerca y listos para entrar, con un ventarrón de 35/45 nudos nos quedamos sin motor. Agua en el Gas Oil. Izamos la trinquetilla y fu¡ a parar a la rueda afuera. Jorge y Gato desarmaban lo más rápidamente posible, filtros, vasos decantadores, inyectores, bomba de gas oil y todo cuanto pudiera contener agua con algo de Gas Oil.

         Tratando de que el barco no camine puse proa a los fuelles de neptuno. Pero a 3 o 4 nudos las 7 millas se estaban haciendo muy rápidamente. Solo había que tratar de mantener el barco sin que pierda barlovento. La costa de sotavento es de piedras, glaciar (negro por las cenizas volcánicas) y la profundidad demasiado grande como para fondear.

Nuevamente la pregunta clásica: ¿que diablos estoy haciendo dentro del crater de un volcán, en la Antártida ? Seguro que deben existir programas mejores, pero ahí estábamos. Ya cerca de Caleta Balleneros (a unos cientos de metros de la boca del volcán), arrancó el motor. Reinó la alegría y pegamos media vuelta.

         Ingresamos al pequeño saco y nos abarloamos al velero francés construido en ferro-cemento, «Kikillistrion» de Oliver. Este con un grupo de turistas estaba esperando que una señorita francesa se recuperara del Drake para continuar hacia la península. Aparentemente estaba con una fuerte inflamación intestinal que requirió la atención del «brujo» (enfermero) de la base; ante su gran alegría.

         El clima interno de ese barco era bastante deplorable. Entre  ellos casi no se hablaban. Creo que cada uno estaba «disfrutando» la experiencia antártica a su manera. ¿Cómo es que 3 turistas-tripulantes se suben a un velero por m s de 30 días, sin conocerse previamente, y con un destino como la Antártida? No lo voy a entender jamás.

         En definitiva, zarpamos al día siguiente. Con Gas Oil filtrado y decantado. Si se tiene motor, no es conveniente manejarse con vela solamente. Las costas no están bien relevadas y los icebergs suelen cortar el camino m s de una vez.

                       Isla Media Luna.

         Al llegar a esta pequeña isla con forma de media luna, lo hicimos acompañados de una familia de ballenas jorobadas. Siempre resulta grato ver estos grandes mamíferos repoblando las aguas del continente.

         Esta isla, fuera de los itinerarios turísticos, queda a medio camino con la isla 25 de Mayo. Nos recibieron muy contentos. Por lo general no tienen muchas visitas y el Teniente de Navío Román Silva nos puso a disposición todo con lo que cuenta la base. Nuestra intención era visitarlos y continuar viaje pero gracias al excelente grupo humano que encontramos y a que me lux‚ la rodilla izquierda debimos quedarnos.

         «Gonzalez», oriundo de Córdoba, era el «brujo» de la base, as¡ llaman al enfermero o médico. Realizó un trabajo perfecto inmovilizando la coyuntura y diagnosticando rotura de meniscos, cápsula senovial y estiramiento de ligamentos (los cruzados). Colocar la pierna en el lugar que le corresponde lo hicimos en la playa no bien ocurrido el tonto accidente. Osvaldo y Hugo, biólogos del grupo de científicos que estaba en la base, se convirtieron en improvisados arregla-huesos.

         Así fue como me quede a dormir en la base en el camarote del cocinero que preparaba unos platos increíbles. Consultando el tema nos confesaron que era el cocinero del Almirante en Buenos Aires. Resulta ser que como faltaba un cocinero para una de las bases fue enviado él. Con un ataque de hipertensión,  estaba con un riguroso régimen de comidas. Oscar (oceanógrafo), junto con Adriana y Liliana se encargaron de la cocina y prepararon pizzas para todos. Una vez por semana se le da franco a la gente de la cocina y esta es ocupada por el que se sienta más capaz o por que le tocó en suerte, para desgracia del resto. Algunas bases de otros países el turno de la cocina y limpieza es rotativo, debiendo una persona (o dos) ocuparse del tema una vez por semana. Como lo llaman los españoles deben cumplir con el turno de «María».

         Luego de una estadía de un par de días, Román, Osvaldo y Hugo se ofrecieron a llevarme al barco en camilla. Como se debe pasar por una pronunciada pendiente nevada decidieron bajarme en un trineo-camilla. Me tocó compartirla con un varias cajas de vino argentino y sud-africano, jamón, bombones y los cabos de amarre del barco. Luego de las consabidas maniobras seguimos viaje hacia la base Jubany a la cual arribamos a las 19 h. del 23 de enero acompañados por dos grupos de ballenas jorobadas.

                       Caleta Potter base Jubany.   

         A esta reparada caleta en la isla 25 de Mayo suelen recalar buques turísticos de distintas nacionalidades. En s¡ es la base m s grande que visitamos. Al momento de nuestro arribo acababan de inaugurar un laboratorio nuevo («Dallmann») que, bajo un convenio con Alemania, va a estar dedicado a investigaciones conjuntas.

         Con 88 personas, el lugar no sobraba. Pero el recibimiento que nos brindaron fue de lo m s emotivo. El jefe de la base, Tte. de Navío Guillermo Tarapow, muy querido por el resto del grupo humano (cosa rara), nos entregó diplomas y a su ves fue depositario de los distintos obsequios que llevábamos para su base y para la base «Esperanza».

          Solo 5 duchas estaban en servicio, así es que nos dieron el turno de las 5 de la tarde cuando el resto de la gente trabajaba. Superpoblada había varias carpas e «iglús» de fibra que eran ocupados por los científicos para dormir. En realidad nos llamó la atención lo heterodoxo del grupo. Los militares eran integrantes de todas las fuerzas armadas siendo su jefe el único representante de la marina. Entre los científicos había italianos, alemanes del este, argentinos y alemanes de occidente, los cuales no se llevaban muy bien con los del este y estos a su vez no se hablaban con los argentinos. Para completar el panorama había un grupo de «científicos» argentinos (del INTA) que fueron a estudiar la germinación del trigo y un par de sicólogos de la UBA (Juan José y Patricia). Pienso que deben haber ido a estudiar que raye hace que se junte toda esa gente allí.

         Con la ayuda de Ricardo Casaux (Pipo, jefe del grupo científico argentino) y un bote de goma grande, logramos llenar un par de tambores de 200 litros con agua, barro y Gas Oil. Habíamos logrado decantar el contenido de los tanques pero no sabíamos que hacer con el residuo. Lo único que sabíamos era que al agua no los íbamos a tirar así es que les dejamos dos tambores para repatriar a la Argentina.

         También tuvimos la oportunidad de conocer a Héctor (Juan Zar) nuestro primer contacto radial con la Antártida y a el Doc. de la base: Eduardo. Una gran persona con buenos conocimientos m‚dicos que quiso enyesarme a toda costa. Tranzamos y dejé que me diera una felula inflable para la pierna, con la promesa de que si continuaba hinchada y sin movilidad me la iba a poner. No es que sea muy terco, pero estar con una pierna enyesada dentro de un velero en la Antártida no es de lo mas agradable.

            Korea, Uruguay, Rusia, Chile, China y una larga estadía.

         Así es como después de una corta estadía continuamos viaje hacia Marian Cove a solo 7 millas de distancia. Allí se encuentra la base Coreana : «King Sejong». Después de abarloarnos al muelle nos recibieron muy cordialmente. Mientras ellos nos sacaban fotos y filmaban les explicamos que nuestra intención era bajar a visitarlos. Nos pidieron que le diéramos una hora de tiempo y que luego gustosamente nos recibirían. Pasado el plazo nos fueron a buscar y nos condujeron ante una gran mesa puesta en el gimnasio que estaba preparada con diferentes bebidas, t‚ y comida. El jefe se disculpó diciéndonos que un incendio había destruido parte de la estación y que un gran grupo de su gente estaba alojado en el «Hotel de las Estrellas» en la base chilena.

          Retribuimos la cortesía con una visita al «Callas» donde les ofrecimos un repugnante mate cocido (peor no nos podría haber salido). También tuvieron la posibilidad de tomar mate, cosa que no les agradó. Luego de los consabidos presentes: te de Ginseng, cigarrillos y cerveza de Korea, por un paquete de yerba, soltamos amarras.

                    Base «Artigas», «Frei» y «Bellinghausen».

          Continuamos viaje hacia la base «Artigas» de Uruguay, en Jasper Point en la bahía Maxwell. Esta isla, y en especial esta bahía, tiene varias bases una muy cerca de la otra. Así es como una breve visita se convirtió en cena para quedarnos a pasar la noche. El jefe de la base (Tte. Cnl. Oscar Gran‚) nos invitó a que nos quedáramos el tiempo que quisiéramos y nuevamente nuestra bodega y despensa se vio abituallada con nuevos regalos. Yo aprovechaba para seguir consultando médicos y es así como el Doc. Uruguayo (Víctor Franco) dictaminó que si la pierna se inmovilizaba todo iba a quedar bien. Cosa con la cual estaba de acuerdo un veterinario que no se que estaba estudiando en la Antártida.

         Al día siguiente zarpamos para recorrer unas 5 millas y fondear en Caleta Fildes donde dos bases están separadas solo por un arroyo de deshielo. Estas son la base Frei (ex Prat) de Chile y la rusa «Bellinghausen». Como dicen ellos los separa solo el pequeñoo Volga. Antes de la caída del muro de Berlín la base rusa estaba al lado de la de Alemania Oriental, que fue absorvida por ellos.

         El frío, aunque cortés, recibimiento de las autoridades chilenas fue ampliamente contrarrestado por la buena disposición de su gente. Así fue como el médico de la base (Dr.Alger Rodo Gonzalez y el radiólogo Rojas) se encargó de tomar unas radiografías de la rodilla y luego aplicó un buen vendaje y una sesión de rayos y onda corta. En realidad lo único que hizo fue aportar una gran dosis de tranquilidad además de certificar que nada grave estaba ocurriendo en la articulación. Un par de inyecciones y una caja de anti inflamatorios fue la despedida. Según lo que me contó el doc. Ellos reciben un sueldo del 520% con respecto al continente.

         Esta base cuenta con Oficina de Correos, Banco, Teléfono Público, local de venta de souvenirs, hospital, hotel y pista de aterrizaje. La tarifa del hotel no es nada económica (180 dls. la habitación) sin que les importe mucho dado que utilizan este servicio el personal de otras bases o ministros y demás personalidades que se llegan hasta la «Antártida» en visita oficial , siendo sus respectivos gobiernos los que pagan las abultadas cuentas. Cuando arribamos nosotros el hotel estaba ocupado por coreanos y peruanos. Estos últimos no pudieron llegar hasta la base «Machu Pichu», un poco m s alejada de la uruguaya, por el mal estado de los caminos. También había personal de la base chilena que estaba construyendo un gimnasio.

         En «Villa las Estrellas» viven 13 familias (unas 50 personas). Hay una señora que es maestra y enseña en su casa a los hijos de las otras parejas. Esta terminantemente prohibido avanzar por las calles de la villa a todo hombre que no sea del lugar, algo bastante comprensible. Es insólito ver a la tarde como estas mujeres llevan de paseo a sus hijos, enfundados hasta casi parecer marcianos, por el resto de la base. En verano llegan a las 200 personas, siendo 90 las que se quedan durante todo el año.

         Las frecuencias de los vuelos depende de las condiciones meteorológicas. Un día puede haber hasta 3 vuelos desde Punta Arenas y después se discontinúan a veces por semanas. Un pasaje esta en los 300 dólares.

         Muchos mas cordiales los rusos, estaban en plena transición de mando. As¡ es como conocimos a los dos jefes, el entrante y el saliente, que dependen del Russian Artic and Antartic Research Institute. Ver el estado de esta base es deprimente. Todo roto o casi roto, con la gente vestida con ropa vieja y deshilachada, están viviendo los estragos de una economía en total desajuste. En la actualidad son 14 personas cuando antes llegaban a 40 en verano. Con sueldos de 25 dólares por mes los familiares deben enviarles dinero para poder hacer compras en la base chilena. Por dos años esa es su única distracción.

         A falta de bebidas alcohólicas preparaban un excelente «spirit» compuesto de alcohol puro diluido con agua, con el cual aseguraban que se podía ver la aurora «boreal». Nos llamó la atención que siendo civiles tuvieran una gama de anfibios numerosa y bien mantenida. Por otra parte cuentan con equipos de comunicaciones poderosos y pueden prestar apoyo a su flota de submarinos transmitiendo en 1, 5 o 7 KW en ondas muy largas además de de los equipos normales de comunicación. También cuentan con grandes depósitos de combustible para sus buques. Nos llamó la atención que casi todo el personal estuviese dedicado a los equipos de transmisión (2 jefes y 6 radio operadores), mantenimiento y meteorólogos. Programas de investigación no había ninguno en desarrollo.

         Sinceramente aprendimos mucho de ellos. Cuando alguna tormenta impedía salir al exterior, charlábamos durante muchas horas. Así nos enterábamos de sus ambiciones al llegar a Rusia y sus temores. Recuerdo que el radio operador esperaba poder encontrar un trabajo de 400 dólares por m‚s para poder vivir cómodamente con su esposa e hija que nació mientras estaba en la Antártida. Alexy Menshov, arribó a la base por dos años con una cifra mensual de 500 dólares. Su pretensión era ahorrar un poco para volver a San Petersburgo y poder mudarse. Esos 500 se redujeron a 25 dólares por mes y el resultado fue que la esposa tuvo que ponerse a trabajar para enviarle dinero.

          Charlando con el jefe (Vladimir Kuchin) nos enteramos que tenía 18 años de antártico y 11 de  Ártico. El que lo reemplazaba no tenía experiencia antártica; solo estuvo en al  Ártico 14 años. El jefe saliente más parecía un náufrago en la isla de Guilligan que jefe de base científica. Vestía una camisa que alguna vez tuvo mangas largas, ahora estaban recortadas y deshilachadas, un viejo pantalón y zapatos traídos del túnel del tiempo.

                  En China y sin motor.

         Después de una movida noche, donde los hielos que llenaban la bahía decidieron irse gracias a la acción de la marea y el viento, dándonos constantes golpes o suaves roces, continuamos hasta la base «Great Wall» de China. Muy corteses fuimos excelentemente bien recibidos. Nunca nos imaginamos que las pocas horas de recalada en «Hydrographers Cove» se iban a convertir en poco m s de 12 días.

         Sin nunca llegar a saber cual fue el real motivo, el motor comenzó a hacer un espantoso ruido. Inmediatamente vimos como este había roto las patas que lo sujetan al casco y el eje de propulsión tenía una triste curva. En ese momento partíamos para la base Primavera, en la península Antártica, a la cual pensábamos arribar en poco m s de 48 horas ,pero el daño nos dejaba sin motor en una zona que es bastante necesario. Los icebergs, piedras y cambios en la dirección del viento hacen que una navegación a vela pura sea complicada, algo riesgosa y muy lenta.

         Con pocas ganas tuvimos que pedir ayuda a los chinos. Estos nos remolcaron hasta un pequeño muelle de piedra que tienen cerca de la base y allí quedamos varados. Comenzamos las reparaciones que estuvieron a cargo de Jorge y «Gato». Yo me dedique a las relaciones públicos y creo haberme convertido en el mayor «manguero» de la Antártida. Los chinos nos dieron desde pequeñas herramientas hasta talleres, un jeep para movilizarnos de una base a otra, gente para ayudarnos a hacer agua, se encargaban de la basura y encima nos invitaban a cenar en lo que denominábamos «China Town». No faltaron los campeonatos de ping-pong que por simple cortesía nos dejaban hacer algunos tantos para rematarnos en segundos. Con el billar la cosa fue diferente y a veces nos poníamos a la par.

                    Vestimenta.

         La firma Musto nos proveyó  de trajes de agua, botas y ropa de abrigo en lo que ellos denominan tres capas. Es decir ropa interior, una segunda capa de polar y luego los trajes de agua. Estos fueron los Offshore de dos piezas y el Ocean de una sola pieza. Las botas M1 y M2 resultaron ambas excelentes, tanto para arriba del barco como para caminar por la Antártida. Vale la pena recordar que hay mucho deshielo y por lo general el suelo es húmedo (nieve, hielo, barro, agua o pantanoso), salvo cuando hay rocas.

         La ropa interior además de abrigada era fácil de lavar y se secaba rápidamente. La segunda capa, polar pantalón y chaqueta fueron abrigados en exceso. Tanto es así que usábamos uno u otro y nunca los dos juntos. Deben ser útiles en la Antártida pero en invierno.

         Los trajes de agua resultaron tan buenos que los sacos reemplazaron definitivamente a todo otro equipo que habíamos llevado. En las bases nos lo solicitaban para probarlos quedándose maravillados de lo liviano, impermeable y totalmente secos que resultaron. Además son muy fuertes sin haber demostrado los dos meses de uso continuo. Detalles como la capucha con polar, cuello con polar y calienta manos los hacen fuera de lo común. Podíamos hacer las maniobras sin guante que para cuando el frío era excesivo las llevábamos a temperatura con los bolsillos calienta manos.

                 Tormentas, temores y convivencia.

         Estar amarrados a un muelle de piedra con hierros que lo mantienen armado no es de lo m s placentero. Pudimos arrimarnos y quedar sujetos a ‚l gracias a la pleamar. La diferencia de mareas oscila en los 80cm al metro. El muelle de la base coreana no era muy bueno ya que incluso en la pleamar no pudimos llegar a ‚l; quedamos a medio metro de distancia.

         Acomodamos cubiertas, maderas y las defensas del barco para que amortigüen los golpes. Luego pusimos dos juegos de travesines y springs. Con las drizas atadas a tierra tratábamos de que el barco no se escore por el viento. Es decir lo cosimos lo mejor posible. Así y todo las tormentas nos tuvieron en jaque.

         La primera de ellas fue del NE. Con vientos superiores a los 50 nudos la nieve caía horizontal sin permitirnos abrir los ojos por mucho tiempo. Sucedió en plena noche y gracias a los chinos que nos pusieron tremendos focos de iluminación pudimos trabajar bastante bien.

         En la pequeña bahía las olas que se formaron llegaron al metro de altura. Chocaban contra el barco en forma violenta, haciéndolo flotar lo necesario como para que este golpeara con mucha fuerza contra los hierros del muelle. El casco comenzó a abollarse. El trabajo fue duro y llevó un buen rato lograr separarlo algo. La fuerza del mar es tanta que la cubierta del barco amaneció con piedras (canto rodado de unos 2cm de diámetro) del fondo marino.

         No fue la única tormenta, hubo varias y de distintos sectores. Era normal que el barco quedara totalmente tapado por una capa de nieve de m s de 40 cm., mientras se luchaban con cabos que en m s de una vez explotaron. Fue una dura prueba de conocimientos marineros y en especial de convivencia.

         En cubierta no se podía estar. El espacio habitable se había reducido a la dinette, el dock-house y las cuchetas. Allí transcurría nuestros días y noches siempre alertas y tratando de salir del lío. Los roces fueron inevitables. Por suerte bastante bien resueltos, aunque las tiranteces existieron durante y después del viaje. Los demás tripulantes y en especial, Marcos y Jorge, fueron los atemperadores. Es insólito como después de discusiones y/o peleas un tanto fuertes y frecuentes halla nacido una verdadera amistad entre los integrantes del grupo.

         Fueron momentos muy difíciles que si bien en las bases nos dieron todo el apoyo necesario, lo teníamos que resolver nosotros con  las limitantes del caso.

CAPITULO IV

                  «Callas»: Una nueva base Argentina?                    

         Este hecho fortuito, como fue que el eje se doblara con bastante buena suerte que nos era posible repararlo, nos permitió foguearnos en muchos aspectos. Con el correr de los días estábamos convirtiéndonos en una estación m s de la isla 25 de Mayo ( o King George). Tanto es así que recibíamos visitas a diario. Así¡ pasaron por el barco el jefe de la base polaca, los científicos alemanes Peter y Klaus, el montañista brasilero Douto, el jefe de los investigadores alemanes y los fines de semana Mario (jefe de correos de Chile) traía a sus amigos para sacarse fotos a bordo. Demás esta decir que los chinos nos visitaban a diario.

                      Comunicaciones.

         Las comunicaciones eran constantes y hablábamos tanto con las otras bases , como con los buques de pasajeros, de investigaciones, y por B.L.U. manteníamos un constante contacto con la Armada Argentina, Defensa Civil y los radio aficionados, tanto de Ushuaia como de Buenos Aires que se encargaban en llamar a nuestras familias. También hablamos con Pascal del velero «Scherzzo», que cansado del frío se fue para el Caribe y fondeado en Martinica nos auguraba buen periplo Antártico.

         Con lo únicos que no pudimos comunicarnos , salvo por V.H.F. es con la Prefectura Naval Argentina. Evidentemente al B.L.U. no le dan importancia y si existían guardias para escucharlo, dudo que lo tuvieran prendido. Nosotros los llamá bamos 4 veces por día durante todos los días de la travesía. Además es insólito que nos pudiéramos comunicar con Defensa Civil (de Gobierno) y con la Armada y los Radioaficionados, para nunca lograrlo con ellos. Podrían ahorrar plata y desactivar el servicio. Ahorraríamos tiempo los navegantes y sabríamos que en una emergencia no tendríamos que contar con ellos.

         Vale la pena aclarar que la antena que tiene el barco es el stay popel del mesana. Las frecuencias variaban según la hora del día. Es muy interesante la rueda de navegantes del Atlá ntico Sur que a partir de las 18 h. opera todos los días. Con ella además de los chimentos de amigos, nos enterábamos las condiciones meteorológicas por las cuales estaban pasando. Se retransmitían las cartas del tiempo y toda la información que uno podía poseer.

         Recuerdo los informes de «George», un francés que navegaba hacia Puerto Montt: (leer con acento francés) «Ooo,  tener cuidado. Venir una baja a mucha velocidad, seguida de 7 bajas m s. Vientos entre 40 a 80 nudos. De los sectores Norte, pasando al oeste, sur y luego nor este. Todas las bajas van a pasar en 2 días.» Era de terror, cada vez que aparecía tratábamos de no escuchar. El «fin del mundo» estaba a un paso y nosotros íbamos a ser los primeros en recibirlo. Con el tiempo nos fuimos acostumbrando.

         Algo insólito fueron los «Phone patch» que se lograron desde la Antártida con veleros que navegaban por el Río de la Plata y llevaban tel‚fono celular. A todos ellos muchísimas gracias, en especial al Victory 40 «Morón» que regresaba de Florianópolis y llamó a todos los familiares. En esa ocasión estábamos amarrados a un ballenero hundido en Enterprise island y fue la primera vez en 45 días que pude escuchar la voz de Cecilia. Alberto Culasiati se encargó de hablar con los familiares que, de vacaciones o trabajando, andaban por Buenos Aires. Su equipo esta en un edificio muy alto y en ocasiones hablábamos cuando estaba volando a mas de 3.000 pies. Demás esta decir que se lo copiaba fuerte y claro. Que hacían los de prefectura? Incógnita total.  ……………………………………………………………….

                     Little China y su gente.

         En agradecimiento a su cortesía respondíamos en forma análoga. Los recibíamos en el barco de a pequeños grupos y cambiábamos distintos tipos de «Souvenirs» , como gorros, remeras, monedas y postales y revistas. También los invitamos a cenar pero eso lo hicimos en su propia base. As¡ fue como cocinamos fideos ( en chino «nudo») para 35 personas. Hicimos 3 salsas diferentes y un postre. Ellos por su parte cocinaron un plato típico y muy especial. Nos convidaron con un pescado traído de China del cual nos dieron solo para comer las cabezas y los ojos. Sorprendidos y algunos un tanto asqueados, saboreamos semejante manjar mientras mirábamos de reojo como comían los «spaghettis» y el resto del pescado. La cabeza del pescado y los ojos contienen una extensa variedad de propiedades con los cuales nos agasajaron. Por suerte la cerveza china era abundante y excelente, as¡ no tanto un fuerte licor de sorgo que según ellos viene de la familia del gran «Confucio» (el nombre provendrá de la forma en que lo golpeó el licor?) y todo concluyó con «saque» (vino tinto de arroz) caliente.

         El intercambio cultural entre ambos grupos fue genial. Opinaban que la «Revolución Cultural» fue un desastre y entre otras cosas nos comentaban cosas como la posibilidad de tener un solo hijo y si se llega a tener otro la compra de papeles de alguno muerto. Según el Segundo jefe de la base y además el meteorólogo , Xue Zhenhe, llamado por nosotros en forma cariñosa «Skua», un sueldo normal, desde el jefe a los peones, es de 120.- dólares. Reciben un extra de 200  por mes pagado por el Instituto Antártico Chino.

         Los días transcurrieron en hermosas caminatas hasta la base «Bellinghausen» (rusa) pasando por la base «Frei» (chilena) en la cual nos deteníamos solo lo necesario. Los rusos fueron excelentes anfitriones, gustosos se dedicaron a tratar de enderezar el eje, cosa que hicieron a medias dada la falta de un torno conveniente y m s de una vez nos invitaron a almorzar o cenar y por supuesto a jugar al pool. La parte m s difícil de esta relación fue que pocos sabían inglés y la mayoría entendía algunas palabras de castellano debido a la televisión chilena que todas las bases reciben (Canal estatal de Chile). La base chilena también se encarga de recibir la correspondencia como de juntar la que sale. Habilitaron casillas de correo para las distintas bases.

         A veces seguíamos hasta la base «Artigas» (uruguaya) donde los domingos no faltaba un asadito en la parrilla bautizada «La Tablita», que sabiamente asaban con restos de naufragios. En realidad tanto su jefe como el resto de la gente nos recibía como si fuéramos verdaderos hermanos.

                       Reparación del eje.    

         Los días transcurrieron, entre momentos amenos y de verdadera angustia. Ya nos habíamos comunicado con Ushuaia y se estaban preparando dos ejes: uno en Buenos Aires y otro ofrecido por Don Vicente Padin, gran navegante-pionero de Tierra del Fuego. Postrado por una enfermedad terminal recordó que en su galpón de cosas viejas pod¡a haber algo que nos sirviese y as¡ con Danilo Clement y los radioaficionados logramos que ese eje, con su correspondiente hélice, fuera colocado a bordo del rompehielos Bremer el cual lo trasladaría a la base Jubany.

         Igualmente los polacos no se quedaron atrás y desde la base «Atroski» , consultados por Guillermo Tarapow, jefe de la base «Jubany» (argentina) nos invitaban a llevar nuestro eje para arreglarlo.

                     A último momento…   

         Los rusos nos avisaban de los distintos buques que se aproximaban y nos comentaron que el «Academik Shuleykin» , rompehielos encargado de hacer el relevo del personal de la bases, contaba con torno un torno adecuado a las dimensiones de nuestro eje (32mm de díametro por 1,70mts de largo). Luego de esperarlo 3 días apareció. Primero se dedicó a la complicada maniobra de hacer combustible tratando de no derramar nada.

         Pudimos subir solo después que terminaron esta operación. Continuaba el cambio de personal y dejar los pertrechos necesarios para un año de vida. Fue en ese momento que el Jefe de máquinas nos presentó al mecánico que trataría de dejar lo mejor posible a nuestro maltrecho eje.

         Por supuesto nos invitaron a almorzar mientras ellos trabajaban . Nos dieron una visitada guiada por todo el buque a cargo del capitán de cubierta. Si por un lado fue muy interesante ver la construcción moderna de este Rompe hielos Ruso realizada en Finlandia en 1982, me desilusionó tremendamente escuchar por parte del capitán que nos vendía sus pull-overs, «kafka» (gorro típico ruso de piel) e incluso nos ofreció su uniforme de invierno. Nos invitó a tomar té en su camarote y charlamos sobre lo que le esperaba de vuelta en su patria.

         Todo era as¡, las chicas que vimos en la cocina y que además trabajaban en el comedor de oficiales atendiendo las mesas, hacían unos pesos extras atendiendo a los muchachos de las bases por un dólar. Claro, no podían cobrar mucho m s con los 25 dólares por mes que recibían.

          En cubierta nos quedamos viendo como se divertían pescando y ya casi zarpando el buque nos entregaron el eje enderezado. Vino la despedida de tan excelente gente que, si bien nos invitaron que fuéramos a sus casas, sabíamos que era una despedida para siempre.

                      Por fin zarpamos.      

         En una r pida maniobra, de tres mareas, pudimos colocar el eje y dejar todo acomodado. Solo faltaba contar con una marea suficientemente alta para salir del muelle donde estábamos amarrados. El tema no fue fácil dado que acomodamos el barco con una marea de un poco m s de dos metros. Con las tormentas y el movimiento del barco este cavó un pequeño pozo, en el lecho de canto rodado, del cual debíamos salir. A todo esto en el momento no nos dimos cuenta que con la marea que entramos era una de las mayores del m‚s y si no salíamos en alguna de las 3 próximas pleamares era muy probable que nos quedáramos en dicho lugar por m s de 10 días.

         El trabajo de sacarlo fue duro. Lo conseguimos una noche, casi a medianoche, cuando ya estábamos por desistir. Fue en el último intento. Con el motor al máximo, molinetes y cabrestantes a su máximo poder y escorando el barco a unos 30 grados con las drizas en tierra, el barco fue ganando unos pocos centímetros para luego avanzar un poco m s hasta que pudo salir. Ya estábamos a flote. Nuevamente éramos libres para deambular por la Antártida y, por sobre todas las cosas, volver a América.

                    La Antártida humana.

         En ese corto tiempo habíamos conocido una Antártida insospechada: la «humana». Creo que pocos son los que tienen acceso a vivir en distintas bases y compartir juegos, trabajo, comidas y charlar de los problemas que se tienen en cada país. Allí comprendimos cuanto de mentira hay con los trabajos científicos que se desarrollan en este continente. Por ejemplo los rusos no estaban realizando ningún trabajo de investigación, hasta el laboratorio meteorológico automático estaba fuera de servicio. Solo pasaban el tiempo en una decayente base con excelentes equipos de comunicaciones, que sirvieron para dar apoyo a su gran flota en la ‚poca de la guerra fría. Ahora prestan servicio vendiendo combustible a los buques que lo soliciten con el consabido riesgo que esto representa al ecosistema.

         Chile con una gran ansia de ser los prestadores de servicio exclusivos; Korea meramente ocupa un lugar mientras desarrolla algún proyecto científico. Por supuesto que los demás países no pueden estar afuera as¡ es que cada vez llegan m s «estaciones científicas». Mantener una de estas bases varia según de cual se trate, pero para Uruguay la cifra es cercana al millón y medio de dólares anuales (sueldos, alimentos y logística). Para Rusia con 25 a 30 dólares por m‚s de sueldo y todo callándose a pedazos no le puede costar mucho. Los chinos están a razón de 4 dólares diarios, aunque tienen muchos equipos nuevos y es por cierto la mejor «estación científica» de las Shetland del Sur. El ansia de poder de muchos gobiernos, o el pensamiento de por lo menos no quedarse sin parte de la torta, pone en peligro a este continente «virgen».

         En peor condición están los «Yugo – Eslavos» que al no recibir apoyo de sus gobiernos (ahora son dos distintos) se dedican a manguear comida y demás elementos en las otras bases por medio de sus kayaks. Así fue como dos de ellos desaparecieron durante una tormenta el 16 mayo de 1993. Una patrulla argentina encontró en un barco enbarrancado, en la isla Nelson (punta Douthu) la siguiente nota «WE LEFT THIS SHIP 8/11/1993». Escrito con un punzón sobre un cartón. Aparentemente se trataba de ellos, que estando cerca del refugio decidieron llegar a pie a él a través  del glaciar. Todos los operativos de rescate montados por Argentina, Uruguay y demás países fracasaron. Sinceramente tener en nuestras manos esa nota nos hacía dar escalofríos. Pensar que estuvieron vivos durante varios meses mientras se los pensaban muertos y además a pocos kilómetros (5 km.aprox.) de la mayor concentración de bases que existe en la Antártida, nos hacía reflexionar mucho. Nosotros estábamos listos para zarpar hacia la Península Antártica. Un lugar deshabitado en comparación a donde nos encontrábamos.