PUERTO PARRY

Después de recorrer Cabo San Antonio donde casi damos vuelta el bote en la rompiente seguimos a Parry. Es un largo fiordo muy profundo con una bifurcación. Una única y pequeña playa de unos 5 metros.

 Destacamento Luis Piedra Buena

Alrededor de las 3 de la tarde estábamos amarrados al boyón de Parry interior  listos para ir a tierra. El día hasta el momento había sido magnífico y teníamos la más sana intención de hacer una pequeña caminata hasta la laguna desde la cual veíamos caer una hermosa cascada. Cerca de ella se veían las construcciones del “Destacamento Naval Isla de los Estados”.

Este fiordo, de unas 4 millas de extensión, está rodeado de altas paredes rocosas que suben hasta los 200 o 300 metros de altura con una gran pendiente. Por arriba de esta linea el fiordo está rodeado por una veintena de cerros que se unen entre sí formando pequeñas cadenas montañosas. La gran humedad y la protección de los vientos hace que los primeros 50 a 100 metros de ladera estén cubiertos por bosques que, a medida que ascienden, la planta queda achaparrada y con forma de arbusto. Después siguen partes con turba y líquenes. El resto es roca pura con mucha piedra suelta.

En sí el lugar es algo imponente. Pero más impresiona ver el ecosonda que de una profundidad de unos 46 metros antes de entrar pasamos a los 70 y pico para luego pasar, ya adentro de Parry,  los 170 metros como si nada.

A medida que nos acercábamos a la angostura que hace de entrada a Parry interior la profundidad bajaba paulatinamente. De cualquier forma la profundidad era alta aún muy cerca de la costa. En donde esta el boyón de amarre, el fiordo tiene un ancho de unos 600 metros; en Parry exterior la parte mas ancha llega a una milla.

Nos demoramos un poco para bajar dado que nos dedicamos a contestar una llamada que apareció por canal 16. Se trataba de una voz femenina, con acento inglés, que le pedía un comprendido al “Callas”. Lamentablemente cada vez que pasábamos de canal para continuar la conversación se perdía la señal. Realmente era desconcertante escuchar a alguien por radio en la zona. Sabíamos de un velero canadiense que estaba navegando delante nuestro pero no sabíamos hacia donde se dirigían. La incógnita quedó porque nunca pudimos establecer una comunicación aunque los intentos fueron varios.

Así fue que en dos viajes descendimos todos a tierra dejando al “Callas” amarrado al boyón con dos cabos pasados por el arganeo. En realidad trabajaba uno solo  y no directamente sobre el hierro del arganeo sino que en otro cabo de sacrificio puesto al efecto. El segundo cabo de amarre quedaba como medida de seguridad si algo le sucedía al primero.

El Destacamento y su gente.

En la playita que se utiliza para desembarque nos estaban esperando 3 perras que nos ladraban desesperadamente. Enseguida se fueron acercando para saludarnos los 4 marinos destacados en el lugar. Después de dar una pequeña recorrida por las distintas instalaciones nos invitaron a pasar a la casa-comedor y allí nos dedicamos a charlar mientras tomábamos un buen café.

Todavía no estaban en la etapa de añoranza dado que habían llegado tan solo 9 días atrás, les quedaba por delante otros 30 a 35 idas hasta el relevo. Para el oficial, Guardiamarina Pablo A. Vitores, era un paso más antes de entrar en servicio en el rompehielos Almirante Irizar; para el enfermero Ramón Adrián Barrionuevo (alias el brujo) era su tercer estadía en el lugar; para José Humberto García (alias “manos brujas”) era algo que debía pasar; mientras que para el electricista Juan José Villagra se trataba de un destino como cualquier otro mientras se dedicaba a pasar cables por todas partes para darle habitabilidad al lugar. Para nosotros se trataba de un destacamento que, haciendo una efectiva presencia de soberanía en Isla de los Estados, quedó algo anacrónico.

Sucede que este lugar fue elegido estratégicamente a raíz del conflicto que existía con Chile por las islas del Canal Beagle. Dado que casi se llega a una guerra se colocó (4 de diciembre de 1978) el destacamento en un puerto natural que puede alojar desde submarinos hasta casi un porta aviones. En realidad la utilidad que podría prestar hoy en día es algo relativa dado que se encuentra emplazado en un lugar totalmente aislado del resto de la isla. La comunicación por VHF es solo posible desde muy cerca de la boca del fiordo dado que los altos cerros hacen que las ondas no salgan. Por suerte cuentan con transmisor DX y se comunican con Buen Suceso.

Por otra parte al no contar con una embarcación es imposible que se enteren que sucede afuera del fiordo y mucho menos poder realizar algún operativo de ayuda a alguna embarcación. Tampoco están en condiciones de controlar el tráfico marítimo (como la hace Buen Suceso, en el Le Maire) y entonces más de uno se pregunta realmente para qué están. Por otra parte pienso que el costo de mantener este destacamento debe ser altísimo y en especial, a la moda actual, si la utilidad es tan escasa. No pongo en duda que ejercer la soberanía en la isla ya justifica que exista el destacamento pero también pienso que sería mucho más útil que tuviesen un bote, u otro tipo de embarcación, y que el personal se dedicase a tareas un poco más importantes que estar manteniendo el destacamento y por la noche ver vídeos o ahora TV Satelital. Tal vez se podría realizar trabajos de investigación, sea con científicos argentinos o con algún convenio con otro país, a semejanza de lo que se hace en la Antártida. Incluso,  llegado el caso, hasta cambiaría su emplazamiento para que, por lo menos, se enteren si pasan buques o veleros por la zona. Varias veces se pensó en realizar trabajos de investigación, poner un laboratorio etc. Nunca me enteré que pasó con esos proyectos. Debe existir algunas cuantas razones  ya que pasaron más de 25 años…

Pero todo esto es algo que tendrán que decidir los altos mandos navales en la reorganización de la Fuerza, Defensa y una política general de Gobierno. Tal vez ni tiene sentido.

Mientras tanto seguíamos con el cafecito mientras les dábamos las últimas novedades de tierra y preguntábamos por donde debíamos pasar el bosque para subir hasta el lago de la cascada.

Ducha y cena.

Enseguida el “brujo” y “manos brujas” nos acompañaron parte del trayecto bordeando el arroyo mientras que las perras trepaban delante nuestro. Nos dividimos en 2 grupos solo por una cuestión de ritmo. Adelante iba el guía, seguido por las perras, Daniel, Adrián y Yo. Detrás nuestro escuchábamos constantemente la voz de “Osito” que subía contando historias de “Kolucho” (una zona remota por él explorada, tanto Darío (Urruty) como Jorge (Trabuchi) se sorprendían por las costumbres, vestimenta, porte y la forma de atracar o acosar, con risas o exclamaciones de sorpresa e incredulidad , mientras Gabriel (Disi) portaba en la espalda la pesada cámara, el trípode y cuanta cosa le pudimos agregar y Jorge que acotaba comentarios sobre las zonas exploradas por “Osito”.

Después de casi una hora de trepada y por momentos tan escarpada que Daniel puso un cabo para que pudiéramos trepar mejor, llegamos arriba. Claro, fue tan arriba que debimos bajar un trecho para encontrarnos con el lago. Evidentemente , después de todas las indicaciones, habíamos agarrado para el lado de los tomates. Recordaba la anterior ascensión con la televisión polaca, en ningún momento debimos colgarnos ni deslizarnos por paredes con agua. Un resbalón podría significar una caída de unos cuantos cientos de metros para terminar parando contra los arboles del bosque. En aquella oportunidad la subida fue muy sencilla tanto es así que Cecilia y la invitada francesa Annette, subieron por su cuenta guiándose por nuestras pisadas.  De cualquier manera el paisaje desde el lugar era imponente. Hacia abajo y al frente nuestro se extendía el espejo de agua de Parry interior y se alcanzaba a divisar parte de Parry exterior. A nuestra izquierda un hermoso lago de aguas oscuras (agua de turbales) , todo rodeado de roca viva y muchos cerros levantándose en línea como formando un cordón. Estos cerros oscilan entre los 500 a 700 metros de altura y si tenemos en cuenta que la profundidad de Parry exterior llega a 180 metros a 200 metros de la costa, podemos imaginarnos que cataclismos formaron esta isla. No en vano son las últimas estribaciones de la cordillera de los Andes que en Tierra del Fuego se divide en 2; siendo el otro cordón el que aparece en la Península Antártica pasando por debajo del Pasaje Drake y creando un angostamiento con un relativo bajo fondo que produce el famoso oleaje del Drake. (Es todo un arco que incluye Georgias y las islas Sandwich del Sur).

Lamentablemente el sol ya estaba bajando y era bien poco lo que iluminaba. “Osito” sacó su altímetro y anuncia la altura: 300 metros. Sobre el espejo de agua el “Callas” apenas era visible. Ante la perspectiva de bajar con linterna preferimos apurar el paso.

El descenso tuvo su buena dosis de aventura considerando que de guía bajó Daniel; gracias a él inauguramos otro camino, no tan fácil como por el que subimos pero aceptable. Después de una serie de contramarchas a las 18:30 ya estábamos abajo. Por suerte nos esperaba una hermosa ducha de agua caliente y una cena en la cual participaríamos los dos grupos compartiendo el cocinero, en pocas palabras, me embromaron. Así fue que arrancando con la idea de hacer pollo con arroz terminamos cenando, a cualquier hora, una cazuela de pollo con suficiente picante como para terminar con el frío en la Antártida.

Por supuesto que los temas de conversación pasaron de la vida en el barco a la vida en el destacamento y luego, cuando se enteraron que Adrián era oficial de la Prefectura en Ushuaia, comenzaron las charlas sobre cómo vivían los hombres en cada fuerza, si tenían alojamiento o dormían en el buque y demás comparaciones. Por supuesto que no faltó pasar revista a cuanto armamento existía en las fuerzas y las bondades de tal o cual buque en comparación del otro. Un tema interesante fue la gran diferencia que existe en la actualidad entre los marineros, personal voluntario, y los conscriptos de antes. También comentaban que para ellos era muy importante la posibilidad de estudiar y poder avanzar si, al ingresar como voluntario, le gustaba la carrera y decidía quedarse.

Otro tema fue sobre las visitas que recibían. Entre ellas quedaron  sorprendidos por la de un anciano, que los visitó tiempo atrás, y que según ellos con sus años subió hasta el lago y después de eso se fue con el botecito a remos y viento en contra hasta el barco. También la del francés que vino caminando desde Bahía Belgrano a ducharse o la de un grupo que se perdió y pudo bajar recién cerca de la medianoche. Sucede que salvo el Guardiamarina, los demás ya habían estado en Parry. Muy cansados nos fuimos para el “Callas” poco después de las 12 de la noche. El viento había aumentado mucho y el pronóstico no era nada favorable: vientos fuertes a temporal del NW, máxime si debíamos navegar e inspeccionar la costa norte de la isla.

Viernes Santo en Parry; ¿ total inactividad ?

Nos levantamos a las 08:00 para comunicarnos por radio BLU con Ushuaia. Allí Rubén Garea nos comenta que el barómetro había ciado con todo, nosotros todavía lo teníamos en 980 hp., y llovía copiosamente; cosa que también sucedía en Parry. Es interesante poder recibir las condiciones meteorológicas imperantes en el lugar de una región no muy alejada para poder compararla a la de uno. Aunque se está aproximadamente en la misma latitud Ushuaia tiene un clima mas benigno que el de Isla de los Estados. Este último es muy similar al de Cabo de Hornos, dado que los centros de baja presión que pasan por el “cabo” luego lo hacen por las inmediaciones de la Isla de los Estados.  En cambio Ushuaia se encuentra mucho mas protegida, rodeada de altas montañas y canales por donde sí corre el viento aturbonado.

Por lo pronto nosotros debíamos hacer agua. La manguera, que a tal efecto esta puesta cerca del boyón de amarre y que trae agua de la cascada, apenas largaba unas gotas. Con los binoculares pudimos observar que al tambor de 200 litros, puesto a media altura en la cascada a forma de embudo, caía agua suficiente para llenar los tanques en pocos minutos; evidentemente el agua se perdía por algún lugar así es que se decidió hacer agua con bidones en el destacamento.

Si bien la lluvia molestaba bastante e imposibilitaba nuestras caminatas de relevamiento por la costa, cambiaba el aspecto del lugar. Después de un par de horas comenzaron a aparecer centenares de chorrillos y pequeñas cascadas que caían al mar por todas partes, daba la sensación como si alguien se hubiese encargado de decorar el lugar con guirnaldas plateadas, cual si fuese un típico preparativo de una importante ciudad europea para Navidad.

Dario y Adrián se encargaron de traer 4 bidones de 50 litros de agua con el bote desde el tanque del destacamento. La gente todavía dormía, solo estaba levantado el Guardiamarina que incluso les dio una mano. Mientras se sucedían los viajes el viento fue aumentando hasta llegar a los 40 nudos, muy arrachado dadas las altas paredes de piedra que nos rodeaban. En el último viaje Pablo A. Vitores (el “michi”) vino al barco a conocerlo. En realidad ya lo conocía por los videos de “Cabo de Hornos” y el de la “Antártida” que tenían en la vídeo teca del destacamento. Mientras se charlaba y “Osito” preparaba unas pizzas, cayó un fuerte chaparrón seguido de un llamado por canal 16. Se trataba del aviso ARA “Gurruchaga” que avisaba su entrada a Parry dentro de una hora. Sus intenciones era hacer agua con la manguera que a tal efecto está colocada en este remoto lugar del planeta.

Tarde movida y llena de interrogantes.

Eso significaba, casi seguro, que teníamos que abandonar el boyón. La primer medida fue llevar a nuestro amigo a tierra y de paso le avisamos que no salía una gota de agua por dicha manguera. Después de almorzar dejamos toda la maniobra lista para dejar el boyón y Jorge le pidió autorización para que, una vez finalizada su maniobra, tirarle un cabo y amarrarnos a popa de ellos.

Desde el destacamento nos piden que revisemos la manguera de agua y para ello vamos Dario y yo en el bote. Al no tener en el destacamento ningún tipo de embarcación se les hace un poco difícil controlar la maniobra de agua dado que la cañería (manguera) recorre casi 1000 metros cerca del mar por una zona bastante difícil de transitar a pie (bosque y barranco), lo único que pudieron hacer fue revisar que el tambor de la toma no estuviese corrido ni tapado con basura.

Con el handy comunicábamos al destacamento las novedades y nos quedamos en el lugar esperando que terminaran las maniobras del “Gurruchaga” y del “Callas. Las mismas llevaron un buen tiempo dado que practicaron la toma del boyón bajando un “gomone” y un buzo se tiró al agua, desde el bote,  para trepar al boyón. En realidad no entendimos porque no lo hizo desde el bote, pero sí es fundamental que lo haga un buzo.  El buque quedó a pocos metros del boyón soportando 40 nudos de viento totalmente estabilizado con la máquina mientras terminaban la maniobra de pasar la amarra. El “Callas” esperaba cerca de la entrada de Parry interior a que le avisen que podía “colgarse” de la popa. Una vez finalizada la operación el aviso dio un fuerte tirón al boyón al cual se lo llevó navegando unos 100 metros hasta que este tiró de los fondeos. En ese momento le avisaron al “Callas” que podía amarrarse.

Mientras esperábamos nuestro turno de ir a bordo nos preguntábamos con Dario:  si esta gente tiene como misión hacer soberanía en Isla de los Estados y prestar apoyo a las unidades de la Armada ¿ cómo puede ser que no tengan un mísero bote ? No pueden ni cumplir con uno de los objetivos del destacamento que es mantener en condiciones la maniobra de agua para los buques. Tal vez ahora no sea tan necesaria como antes, dado que las unidades nuevas o remozadas cuentan con modernas plantas desalinizadoras pero entonces ¿para que “mantienen” esta maniobra?. La páctica no viene mal, por si …. .

El viento seguía soplando del NW y según los comentarios del buque afuera se movía con todo. Para nosotros el viento entraba por la boca de Parry  con suficiente fuerza como para no animarnos a salir y sin poder distinguir la verdadera dirección del mismo. Era increíble ver como el aviso “Gurruchaga” navegaba amarrado al boyón; daba la sensación que estaba tirando bordes dado que por momentos presentaba la banda de estribor y por otros la de babor, pegando fuertes tirones al boyón. A su vez nosotros hacíamos lo mismo en su popa.

Bajaron a tierra en varios botes de goma a visitar el destacamento y revisaron la maniobra de agua pero sin llegar a ninguna conclusión, mucho menos repararla. Desde el buque se sucedieron varias comunicaciones con el destacamento. Se trataba de sub oficiales amigos que hacía tiempo que no se veían y sabiendo que estaban en el buque se hablaron por radio. Las conversaciones giraban siempre sobre lo mismo: la familia, el dinero, el auto, hacer patria, soberanía en el agua y en todos los casos se percibía, del personal de tierra, como una  especie de auto consolación de por qué estaban allí. Vale la pena aclarar que no percibí lo mismo del oficial al mando del destacamento, sino que por lo contrario lo tomaba muy bien y pensando es sus futuros destinos. En una tarde lluviosa y gris como esta, con viento muy fuerte, y con la perspectiva de quedarse aislados por unos 30 días mas debe ser angustiante. Pienso que a eso se le debe sumar que ellos se dan cuenta que además de solos están un poco sin objetivos de acción inmediata, es decir al pepe solo para mantener el lugar en casi una situación de supervivencia, que en realidad no es así dado que cuentan con comida y comodidades mas que aceptables. Si tuviesen objetivos más concretos, realizables, y los medios para hacerlos sería mentalmente mejor para ellos y más útil para la sociedad.

Aunque el tema no es sencillo dado que sus amigos desde el buque les daban aliento a los de tierra y cuando le pasaban el micrófono a alguno deprimido del buque, desde tierra el otro se encargaba de levantarle el ánimo. Todo era muy curioso y lo fue más cuando de repente escuchamos unos ladridos por la radio; aparentemente una de las perras debe haber saltado justo cuando abrieron el micrófono. Este hecho terminó con nuestras reflexiones y pedimos al buque si tenían algún parte meteorológico reciente.

Puerto Parry, temporal en la amarra.

Al solicitarle el parte meteorológico al aviso ARA “Gurruchaga” para cambiar el ánimo y hacer algo, el remedio fue peor que la enfermedad, dado que cuando terminaron de pasarlo los que quedamos deprimidos ante las perspectivas que se venían fuimos nosotros. El parte decía: “Vto. del N NW de 40/55 Nds. con ráfagas de 65 Nds. rotando al E muy fuerte pasando a temporal” , en pocas palabras nos esperaba por lo menos un par de días en el lugar. La presión acompañaba a la moral reinante en el lugar y caía constantemente, en 3 horas bajó 10 hp. , ahora estaba en 970 hp..

A las 18 hs el ARA “Gurruchaga” dejó el boyón y volvemos a acomodar al “Callas”. Como el viento hizo que se formara mucha ola no volvimos a bajar a tierra aunque nos invitaron a cenar. A medida que oscureció el viento fue aumentando. Se mantuvo en los 35/40 nudos constantes con ráfagas de hasta 55Nds. Los rebotes que daba el viento contra las altas paredes de piedra nos hacían escorar bastante, tanto que los vasos volaban de la mesa, aunque no fue ningún problema para bajar una cuantas botellas de vino mientras se jugaba al truco y un espectacular estofado de pollo preparado por “Osito” amenizó la noche. Ante la situación imperante y a sabiendas que pasaríamos por lo menos un día mas en la amarra nos quedamos hasta tarde charlando sobre todo lo ocurrido, mientras acompañábamos la charla con licores varios.

Durante la noche el  “Callas” golpeó varias veces contra el boyón. Tanto Jorge como yo escuchábamos los golpes y si bien nos despertaban no les dábamos bola. Con todo lo que habíamos golpeado en la Antártida y en los canales fueguinos estos eran golpes menores. Los demás, algo asustados, nos miraban extrañados de que siguiéramos durmiendo, bueno eso solo cuando los ronquidos de Daniel Kuntschik lo permitía, cosa que si nos preocupaba de verdad.

Un casco de acero bien construido es un verdadero acierto. Recuerdo una noche en la Antártida (isla Booth, puerto Le Francaise) que varamos y luego con la baja mar el barco quedó recostado sobre unas piedras. Cuando comenzó a crecer un gran pedazo de glaciar se desplomó  y produjo una marejada que hizo golpear al barco con muchísima fuerza contra las piedras; pero por suerte nada pasó. Los golpes que estábamos dando contra el boyón no era nada en comparación de aquellos, a lo sumo un poco de pintura.

El viento siguió en aumento pasando los 60 nudos en las ráfagas. Por suerte no teníamos que estar navegando afuera. Escuchamos al “Gurruchaga” que pasando frente a Buen Suceso, en pleno Le Maire, estaba con temporal del NW , mar 7 y por suerte con viento y corriente a favor.

Sábado

El sábado nos esperaba con una sorpresa, el viento había borneado al  SW manteniéndose la intensidad anterior pero con violentos “Williwau” que nos golpeaban con una gran estallido. Estas pequeñas turbonadas jugaban con el bote de goma levantándolo del agua y dandolo vuelta. Cada tanto alguien preguntaba: ¿Quién dio vuelta el bote? . Ahí nos enterábamos que los williwau se encargaban de hacerlo para un lado y para otro.

De esta forma, imposibilitados de bajar a tierra y sin casi poder salir afuera por la lluvia, el frio y el fuerte viento , pasamos todo el día charlando, leyendo y jugando al truco; siendo los momentos de la comida el gran amenizador del día. Hoy nos jugamos y, dado que no había mucho para hacer, amasamos ñoquis de papa. Intervenimos en el operativo Daniel y el que suscribe la nota. Aunque parezca mentira la comida es de una gran importancia en estas expediciones y en general en todas las navegaciones prolongadas. Si leemos cualquier libro de la región, sea desde Amudsen en su marcha al Polo Sur o el naufragio de Don Luis Piedra Buena en la Isla de los Estados veremos que se detalla, entre las cosas importantes del día, qué comieron en cada comida y qué pensaban comer en los días subsiguientes. Aclaran el tamaño de las raciones y si algo escaseaba como iba ser reemplazado o racionado. También es interesante ver como las expediciones que triunfaron fue por saber cómo disponer de alimentos. En los naufragios contra la costa de la región, la mayor cantidad de muertos la causó el hambre y no el mar. Allen Gardiner y sus compañeros estaban confiados que llegaría el buque con el reaprovisionamiento correspondiente. Así fue como 6 meses después encontraron su cuerpo y el de sus compañeros.  En las expediciones antárticas pasaba algo similar; como ejemplo tomemos la del británico Scott, que no encontró la tienda con alimentos, dada la fuerte tormenta, y lo pagaron con la vida.

Reflexivo domingo de Pascua.

La tormenta seguía con viento fuerte del SW y los clásicos “williwau” de la región. Aunque la presión había subido  bastante, ya estaba en los 1006hp., la tormenta continuaba siendo el pronóstico bastante desalentador: viento Fuerte a muy Fuerte del Sur pasando a temporal; chaparrones. Así es como nos preparamos a pasar otro día en el boyón.

Por suerte se podía bajar a tierra dado que había muchos recalmones que duraban unos cuantos minutos. De esta forma Dario y Aníbal continuaron con la maniobra de los bidones mientras que con Jorge nos dedicamos a analizar las posibles derrotas a seguir. Si algo teníamos en claro era que no bien mejorase un poco el tiempo salíamos a navegar. Por otra parte estábamos totalmente seguros que si alguien naufragaba en el lugar era totalmente imposible que pudiera construir algo y menos embarrancar la embarcación en una playa ya que no existe ninguna.

Después de almorzar Goulash con verduras, Daniel Kuntschik , Gabriel y “Osito” (Jimenez Hutton) bajaron a tierra para hacer otra escalada hasta el lago y luego tratar de hacer cumbre en algún cerro.

La tarde la pasamos con algunas reparaciones varias y, al haber 3 tripulantes menos a bordo, muchos más cómodos. El espacio se reduce mucho al no poder usar la parte externa del barco. Por otra parte la inactividad hizo que el barómetro interno bajara mucho y en forma inevitable algunos roces se produjeron.

Desde la cumbre nos llamaron por radio pero nos fue totalmente imposible localizarlos. Llovía intermitentemente y ya para las 18 hs. el viento estaba en los 30 nudos fijos con ráfagas de 45 Nds. Una pequeña marejada producida por el viento hacía imposible ir a tierra. El mayor problema era que los golpes de viento eran tan fuertes que cuando pegaban contra el barco producían un sonido como si fuera un estallido, en pocas palabras parecía una explosión. Inmediatamente a eso, el bote se daba vuelta. En un momento dado, cuando Jorge salió con Aníbal para subirlo a bordo, veo como queda flameando por unos instantes en la popa del barco mientras Jorge intentaba hacerlo bajar. Parecía un chico con un gigantesca barrilete; la única diferencia era que se trataba de nuestro único nexo con tierra.

Demás está decir que los tres excursionistas debieron quedarse en el destacamento con la ropa empapada. Por lo menos tenían una ducha caliente y lugar para dormir, además de comida. A nosotros nos resultaba imposible hacer alguna maniobra para ir a buscarlos, aunque según ellos en tierra la calma era casi absoluta. Claro ellos estaban a sotavento de un paredón de casi 600 metros de altura y rodeados por un denso bosque. Ese mismo paredón que los protegía a ellos provocaba los violentos “williwau” que nos pegaban con dureza. Cada tanto caía un chaparrón o granizaba; clásico chubasco del SW.

En un momento me sorprendí a mi mismo preguntándome qué diablos estaba haciendo un Domingo de Pascua en ese lugar. Me acordaba de mi familia, de la casa de Villa Giardino, Sierras de Córdoba, con ese clima tan suave y benigno al que estoy acostumbrado desde que nací y que en este momento mi familia deberían estar pasándola bien refugiados a la sombra de algún árbol junto al arroyo. Los divagues continuaron con lo de siempre: “Claro ahora comprendo cómo esta isla a quedado deshabitada desde la historia de la humanidad. Si pensamos que en el mundo hay más de 11 mil millones de personas y solo 7 en este barco y 4 en el destacamento, debe ser por algo; y no creo que los únicos vivos seamos precisamente nosotros ”.

Miraba hacia afuera mientras el “Callas” escoraba, navegaba el boyón y caía un poco de agua nieve, y veía esos altos muros grisáceos de roca cual si fueran las paredes de una majestuosa cripta. Al fondo se veían las luces del destacamento que con mucho acierto “Osito” las bautizó con el nombre de “Manhattan”, claro era lo más civilizado que teníamos en el resto de nuestro mundo. Las comunicaciones con Ushuaia me daban la sensación de estar conectándonos entre Galaxias. En uno de esos enlaces nos avisan que el temporal iba en disminución manteniéndose el viento de intensidad regular del sector SW. Eso nos permitiría salir y continuar con los trabajos.

Pero como ya comentáramos, este lugar quedó totalmente descartado para el naufragio del «Espora» y la construcción del «Luisito». No hay una sola playa. Dista mucho de su diario.